Quiero empezar mi psicoanálisis

Mostrando entradas con la etiqueta Artículos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Artículos. Mostrar todas las entradas

domingo, 21 de febrero de 2021

El paciente es como un filósofo



"Todo paciente es un filósofo"


          Si la misión de los filósofos es tratar de organizar racionalmente el funcionamiento de las cosas y pensar en el sentido del humano para mí los primeros filósofos son los niños con lo que Freud llamará sus "teorías sexuales infantiles". ¿Mera curiosidad? En realidad la curiosidad nace también de la angustia, la que nos impregna a todos y nos mueve de la quietud (pulsión de muerte) a lo dinámico del deseo y de la vida (pulsión de vida). Pensamos y filosofamos porque nos hace falta, en términos psicoanalíticos, porque hay falta y la falta hace de agujero que hay que intentar tapar.


          Sin angustia uno no se apunta a la facultad de psicología o filosofía, ni se pone a leer. Tampoco se apuntará a una clase de baile o a un club de lectura ni hará esfuerzos por conocer gente. Lo que a uno le permita fantasear que lo tiene todo (que es imposible) es peligroso. 


          No nos imaginamos a Descartes pensado su cogito y dudando (metódicamente) si no fuera acechado por ese genio maligno que podía transmitirle una realidad falsa. Tampoco a Marx intentando llevar la filosofía a la práctica sin la angustia de lo que sentía que el sujeto estaba siendo despojado. De hecho, parece que cuando Dios dio más seguridades es cuando menos se filosofó.


          Los niños, entonces, también tienen que construir su mundo para poder sostenerse en él, con las palabras y hechos que les donan los otros, con lo que ven, aprendiendo entre otras cosas a manejar algo de la angustia. Faltos de recursos psíquicos y de experiencia aún, su mundo se cimentará a la vez que su estructura psíquica. A estas alturas el niño habrá hecho un intento de comprender: ¿De dónde venimos? (De dónde vienen los niños preguntan a sus padres), ¿Por qué pasan cosas malas? ¿Por qué niños y niñas son diferentes? ¿Por qué hay cosas que están prohibidas? ¿Qué quieren los otros que me quieren para mí? etc. Preguntas que surgen cuando se rompe ese vínculo con la teta que de todo proveía. La filosofía no es más que una forma más de elaborar el duelo por esa realidad que nos limita y nos impide la satisfacción total.


          Requisito para esta auto-filosofía sólo es que cierre, que cuadre, encerrando así la angustia y dando una solución a aquello que no se entiende, construyendo nuestro imaginario. El problema es que cerrar implica dar cosas por hecho que se imprimen en nosotros y operan para que esa realidad sea nuestra realidad. No implica estar bien, implica que cierre y ese cerramiento funciona para sobrevivir pero no necesariamente para vivir.


          No es de extrañar escuchar en consulta conceptos dados por hecho que el analizante/paciente siente como normales y dice como al pasar:"¿Cómo voy a contradecir a mi padre?" o "Normal que me pegaran de pequeño, me portaba muy mal". Ante lo cual, nosotros cuestionamos, le preguntamos: "¿Por qué sería normal?" 


          Cuando un analista interpreta lanza un dardo directo a los significantes/palabras de sus amos con los que se identificó y a través de los cuales, como decía, construyó su mundo. Por eso no es de extrañar que los analizantes empiecen a cuestionarse sus principios, su historia, su filosofía y de forma beneficiosa puedan elaborar relatos más propios que apuntan a estar mejor, que les permite construir un mundo nuevo donde posicionarse diferente. Replanteándose el amor, la amistad, la ética, la profesión que eligió, las afrentas que permitió o las que él mismo perpetró. No hay garantía de soluciones pero sí se ven efectos impresionantes donde los pacientes que venían acuciados por síntomas, inhibiciones y angustias pasan a hacerse cargo de sus goces y mejoran en lo profesional y en lo afectivo de formas inimaginables. Claro, es que estos nuevos imaginarios vienen con posibilidades nuevas de funcionar y esta vez son, si se puede decir, más de uno y menos del otro.


Luis Martínez de Prado.

Psicólogo / Psicoanalista / Formador.

Director de: www.psicocatedra.es

Director del seminario: La mirada psicoanalítica.

Consulta: 34 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com

Skype: psicodinamika Consulta online y presencial en Madrid. También a domicilio.

Quiero empezar mi psicoanálisis:

domingo, 14 de febrero de 2021

Enamoramiento y amor: El amor funciona porque no funciona

          

                El enamoramiento es un impacto, el compromiso una elección.



          La particularidad del animal humano frente al resto de animales es que es un ser incompleto, en falta, y lo sabe. Así nacen las teorías filosóficas, religiones, ciencia y técnica para dar cuenta de ello. ¿Por qué estamos aquí? ¿A qué venimos y a dónde vamos? No es exclusiva de ellos esta inquietud, la comparten poetas, cantantes, pensadores, personas corrientes y sobre todo los niños. Los niños son los primeros filósofos que se preguntan por el sentido de la vida.


          Esta falta trae consigo la angustia, el vacío, la tristeza, el sufrimiento, pero también nos permite saborear lo mejor que tenemos, que brota también de ese agujero y que también nos diferencia de los animales. Uno envidia a los animales cuando está triste pero se apena por ellos en nuestros mejores momentos por no ser capaces de sentir lo que sentimos nosotros.


          Y así, en falta, agujereados salimos al mundo como podemos, buscando sin encontrar como tapar ese agujero que no nos permite tener seguridad plena nunca. Cuando conseguimos ese trabajo que tanto añorábamos ya no nos satisface tanto, cuando terminamos esa carrera o ese proyecto que tanto esfuerzo costó conseguir ya no es tan importante como creímos. Parece que los sueños saben mejor desde el pasado que desde el presente, y qué decir del futuro... en el futuro ya no se sueña con eso. El deseo siempre es deseo de otra cosa decía Jaques Lacan.


          Pero de golpe se produce ese encuentro con alguien que impacta en nuestro inconsciente y nos remueve por dentro. Ese sentimiento lo invade todo y además parece que es mutuo. Ese momento de encaje es donde parece que encaja todo. La angustia existencial del filósofo, del poeta, del pintor, del niño que uno fue, se disipa. Parece que la falta se llena, que resulta que era posible tapar ese agujero. 


          Cualquiera que lo haya vivido sabe de la inmensidad que estas sensaciones aportan. Uno se droga de enamoramiento. La vida tiene sentido. A partir de aquí podemos errar y pensar que el amor funciona, por eso el filósofo deja de preguntarse y el artista de producir (Por eso en el desamor se dan impresionantes obras artísticas, que se lo digan a cantantes y poetas), la persona cotidiana a veces, de cuidarse, de trabajar en pos de lo que esa falta cargada de angustia imponía al verla por el retrovisor.


          Sin preguntar, sin elegirse, inevitablemente llega otra etapa, esa en la que la persona perfecta que nos completa ya no lo hace, y no sólo eso, tiene defectos, como nosotros, y nos hace de espejo a las propias imperfecciones... ¡Era mentira! No es lo que uno pensaba sino lo que uno se imaginó lo que dio pie al enamoramiento (Ver: Somos como nos quisieron). Y ahora ya no es como antes, la pasión y la ilusión no son las mismas, el enamoramiento previo baja a tierra (Y así debe ser). Aquí uno recupera la profesión perdida del filósofo investigador que se pregunta si es posible que haya una falla en el amor o es en su amor que está viviendo. Lanza la mirada curiosa a familia, amigos, televisión, canciones... 


          Es en este punto donde se rompen muchas parejas, que no logran bajar a realidad lo real de lo que sintieron. Se habla de que uno pierde libertad en el amor como si elegir comprometerse con alguien no fuese una elección en libertad. Creo que el amor lo que implica son renuncias, como toda elección y que cuesta un trabajo que moviliza a los sujetos a comprometerse, cada uno con su falta y en esa insatisfacción consulta bordear ese agujero pero no taparlo. Más fácil a priori es escaparse de una relación buscando el imposible de tapar la falta en otra persona u objetivo. Pero eso sí que es una renuncia.


          El amor es un engaño que funciona porque a pesar de no funcionar sirve para que en pos de ese sentimiento o de encontrarlo uno se movilice, se vitalice. Así por ejemplo, la persona que vivió siempre sometido a sus síntomas, no salir de casa, no arreglarse, no buscar trabajo, no irse a vivir fuera de la casa de sus padres, adicciones... de repente se enamora y pone todo patas arriba. O quien nunca se lo imaginó, se cambia de país, renuncia a un trabajo, se pone a estudiar o emprende una empresa. Por eso funciona, justamente porque no funciona. Porque no le permite a uno quedarse quieto.


          Cuando sentimos la falta tapada tendemos a la quietud, lo que puede suponer pan para hoy y hambre para mañana. El amor da cuenta justamente de eso, de que hay una falta, de que existe ese agujero. Sólo el animal humano puede sentir amor y deseo porque tiene esa incompletud que le empuja a ser pleno. Es en ese camino donde el ser humano consigue sus mayores logros. No porque se llene sino porque a pesar de no hacerlo como esperaba siga hacia adelante. Donde como puede soporta ese engaño del enamoramiento y le permite seguir amando, en libertad, haciendo condescender, en palabras de Lacan, el goce al deseo. Volviendo a ser ese filósofo como lo son los pacientes cuando se analizan y se replantean sus viejas concepciones de conceptos como el amor, el sentido, la felicidad, la persona que quiere ser.


Luis Martínez de Prado.

Psicólogo / Psicoanalista / Formador.

Director de: www.psicocatedra.es
Consulta: 34 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com

Skype: psicodinamika Consulta online y presencial en Madrid. También a domicilio.

Quiero empezar mi psicoanálisis:

domingo, 11 de octubre de 2020

La verdad en psicoanálisis

 

Escuela de Atenas

 

La certeza es la locura.

Paco Duque - Psiquiatra

         

       El concepto de "verdad", podría dar pie a un debate filosófico,pero estoy convencido de que el hilo del mismo se parecería sobremanera al manejo de este concepto en psicoanálisis.


       En esta ponencia el profesor de filosofía Darío Sztajnszrajber nos habla de la verdad como un concepto inalcanzable. Uno puede preguntarse: ¿Pero entonces todos esos filósofos que pasaron su vida pensando y algunos revolucionando el mundo? Darío nos diría que aun así no han llegado a la verdad absoluta, igual que no se puede llegar a ningún concepto absoluto y abarcarlo por completo: Ni el amor, ni la felicidad, ni la salud, ni lo correcto, ni lo bello. Por lo tanto el más ignorante de los hombres está a la misma distancia de la verdad que el más ilustrado de los filósofos.

       Entonces cabe preguntarse qué quería decir Aristóteles cuando decía que era más amigo de la verdad que de su maestro Platón. Imaginamos que él hablaba de su convicción. Pero convicción y certeza no es lo mismo. Aquí es donde podemos empezar a hablar los psicoanalistas.

       Paco Duque decía que la certeza es la locura y eso es porque en la locura no se duda, hay una certeza cerrada que o admite la grieta. La psique en este caso se ha armado frente a la angustia des-estructurante con una realidad absoluta que pone sobre la realidad más objetiva (aunque este es otro concepto que tampoco podemos escrutar). Ver: La locura del saber.

       Si no pasa esto lo que nos encontramos es con convicciones, que por suerte para los pacientes y los analistas no llegan a certezas aunque a veces se acerquen. Como sujetos del lenguaje partimos de que el lenguaje conlleva una pérdida, un resto que no se puede nombrar por más que demos vueltas. Por eso por más que describamos un objeto nuca podremos decirlo TODO de él, ni de ningún concepto.

       Paradójico para nosotros los profesionales del psicoanálisis al que de entrada se nos atribuye el sujeto supuesto saber, es decir, que el paciente nos atribuye verdades que nos vendrá a pedir. Pero las verdades son de él mismo, subjetivas. Y por más que les cueste a otras corrientes de la psique aceptarlo, a la verdad de uno mismo sólo uno puede acceder, y tampoco del todo. Como decía Freud: “El inconsciente no todo puede ser descifrado.”

       Las convicciones de cada cual serán puestas en juego en el dispositivo analítico y se nos exigirán verdades en muchas ocasiones. Algunas personas pueden estar convencidas de que ser promiscuo está mal, de que no está bien desear a varias personas, o a alguien del mismo sexo, de que es normal que de niño si uno se porta mal le peguen o le encierren, de que sólo puede seguir los mandatos del deseo ajeno y no los del propio. Esquivará el analista la exigencia de verdades, las preguntas de si esto está bien o está mal y devolverá al paciente la pregunta: ¿Por qué estaría mal? Permitiendo que por fin se cuestione, no sin angustia, lo que en el fondo está determinando su vida.

        Dándose cuenta de que sus convicciones venían del otro y haciéndose responsable ahora de su posición, su discurso y sus elecciones. Accediendo a parte de su verdad inconsciente, que sólo en él habita.

        Esto sólo es posible por dejarle ese espacio para él, para que pueda aparecer, liberarse, hablar, porque como decía Lacan: “Yo, la verdad hablo.”

        La ética del psicoanálisis tiene que ver con manejar cada uno su propio “no saber” (su falta), para posibilitar ese acompañamiento del paciente. Parece mentira que todas esas corrientes que en su discurso hablan de la libertad y emancipación de los sujetos, les sometan en la práctica a un saber que es del supuesto profesional. Un sometimiento que es lo que enfermó al sujeto. La convicción, a fin de cuentas, se cura con dudas, no con certezas, y menos si son de otro.

        Eso mismo aplicamos en los seminarios de psicoanálisis, para que cada alumno pueda cuestionarse, pensar, construir... construirse.

Ver: Seminario: La mirada psicoanalítica.


Luis Martínez de Prado.

Psicólogo / Psicoanalista / Formador.


Director de: www.psicocatedra.es
Consulta: 34 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com

Skype: psicodinamika Consulta online y presencial en Madrid. También a domicilio.

Quiero empezar mi psicoanálisis:


sábado, 19 de septiembre de 2020

¿Hasta cuándo dura un análisis?

                          

Autor: Tute

                         Si hay una pregunta que se lanza a los profesionales del psicoanálisis por excelencia es esa: ¿Hasta cuándo un análisis? ¿Tiene que ser largo? ¿Hay una duración determinada? ¿Es que los psicoanalistas quieren alargar el tiempo para ganar dinero? (Otro tema interesante y polémico lo del precio).

           La problemática y las soluciones a la misma que da el psicoanálisis no es lo mismo que un problema médico por el que uno acude a consulta y el doctor le tiene en tratamiento hasta que la dolencia está curada. La verdad de lo que le pasa al sujeto en la psique alberga en su inconsciente, no en el manual ni en los libros de quien le trata. La dolencia del paciente tiene que ver con la falta, que siempre está, de la falta no nos curamos ni empoderándonos y pensando que todo lo podemos, ni con medicamentos, ni consumiendo, ni aspirando a perfecciones imposibles. 

          De aquí derivará el sufrimiento interno humano que hará, cada uno lo que pueda, con su falta. Por suerte es la que nos impulsa: Por eso el filósofo construye sus teorías, el poeta sus poesías, y el que ama, ama más allá de uno, porque ese agujero constitucional nos empuja hacia fuera. Obviamente esto no pasa sin sufrimientos, síntomas, problemas, lo derivado de este agujero que viene a tratar de compensarlo de alguna manera aunque sea imposible (Bordear la falta, no taparla).

          De modo que para empezar, la problemática humana no se cura del todo, no quiere decir que el sujeto no pueda estar bien o hacerlo llevadero. Es ahí donde entra el análisis, pero partiendo de la falta, ya no hay un fin de análisis definido porque no hay una cura que libre al sujeto de todo padecimiento.

          Padecer que se sostiene en la verdad del inconsciente, la que tiene el sujeto, por más que no lo sabe. No sabe lo que sabe pero se manifestará en su discurso a través de actos fallidos, sueños, chistes, cuerpo. Se le colará su inconsciente en su hablar. Trabajo del analista será trabajar lo simbólico del mismo para que el sujeto pueda traducir y entender algo de sí mismo revolucionando así su sistema de repetición. Esto queda imposibilitado y limitado sino es con un psicoanalista que escucha (Ver: El autoanálisis)

         Incluso en el mejor de los casos, donde esta revolución llegue más lejos, esa verdad inconsciente es inabarcable del mismo modo que, como nos enseñó Freud en su interpretación de los sueños, los mismos no son analizables al 100%, siempre hay un resto en todo sueño, síntoma, etc, al que no se llega. La falta se manifiesta en eso también.

         Por tanto un análisis no aspira a una completud del mismo y no se puede poner un fin. El fin lo suele poner el paciente cuando termina su demanda de análisis y él mismo decide terminarlo y tendrá su tiempo lógico, no necesariamente tiene que ser largo.
No confundir esto con una "interrupción" de análisis, donde las resistencias han ganado la batalla y el paciente antepone el goce a estar mejor y no pagar el precio de hacerse cargo de lo qué le pasa. 

         Así que en psicoanálisis es el paciente el que suele darse el alta cuando siente que llega el momento. Hay veces que el sostén que da el análisis tiene que mantenerse, por la constitución o estructura del sujeto, hay veces que el sujeto está interesado en quedarse también por motivos didácticos (formación como analista) o intelectuales. Hay veces que la gente que no está familiarizada con el psicoanálisis me dice que cuando el sujeto ya no está mal, para qué quedarse. Pero igual que no es que haya que estar mal para ir a un psicoanalista, pienso que uno no necesariamente se queda en un análisis por la mal que está sino por lo mejor que puede estar, en definitiva, porque le hace bien.


Luis Martínez de Prado.

Psicólogo / Psicoanalista / Formador.

Director de: www.psicocatedra.es
Consulta: 34 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com

Skype: psicodinamika Consulta online y presencial en Madrid. También a domicilio.

Quiero empezar mi psicoanálisis:


domingo, 13 de septiembre de 2020

Narcisismo: Entendiendo un poco más

 


          Ya que sobre este concepto me encuentro ciertas confusiones entre los alumnos, pacientes y en quienes sienten curiosidad por el psicoanálisis, que escuchan "narcisismo" como algo negativo y como una tara y como un insulto. Tiene que ver con el camino que empezaron a trazar los post-freudianos, que ha evolucionado a pensar que la salud radicaba en superar al narcisismo dándole alas al "yo", haciéndolo más fuerte. Se consigue así lo contrario: Tan narcisista, que pretende superar al propio narcisismo, como si no lo necesitara. La contrariedad está en que yo y narcisismo son casi sinónimos. Al empoderar el yo le echaron gasolina al narcisismo. El psicoanálisis trabaja sobre la herida narcisista del yo, la puñalada del inconsciente que le determina es poner al yo donde le corresponde, concepción que implica renunciar a parte de nuestro narcisismo.

          Como siempre decimos, el narcisismo es algo que se construye a través de tomarnos el otro como objeto de su deseo, esto nos hace deseables. Por tanto el narcisismo es condición necesaria del sujeto. 

           Pero obviamente y volviendo al primer párrafo, la vida nos impondrá ciertas renuncias que minarán nuestro narcisismo y nos obligarán a llegar a un nuevo acuerdo con la realidad. La no-renuncia implica sufrir, quien puede renunciar deja de luchar contra la realidad, ésta que le obliga a hacer cosas que no tenía que hacer cuando era niño. Ahora si quiere cosas tiene que trabajar, al amor es condicional y la levedad del ser se asienta frente a la omnipotencia infantil de etapas anteriores. A partir de aquí es una lucha sin cuartel que dura toda la vida.

            Pero el sujeto sigue siendo eminentemente narcisista, sólo que pasa del principio de placer al principio de realidad (Un principio de placer también pero modificado). Pongamos un ejemplo:

Dos deportistas quieren eso que suele quererse justo por narcisos: Ser el mejor en el deporte que practican. Uno de ellos no está dispuesto a hacer el esfuerzo pero sufriría de no alcanzar ese objetivo. Decide sobreactuar, va a los eventos donde van los mejores en ese deporte, calienta como ellos, copia sus gestos, habla como uno de ellos... se lo cree. Según su propia noción de realidad esto será desde muy creíble (Todos conocemos ejemplos en muchos ámbitos) o será ridículo, pero a él le vale, le resarce narcisísticamente y le apacigua la angustia, que después volverá con más empaque porque a la realidad no se le engaña. Mientras, un neofito en ese deporte hasta se creería la fantasía que le muestra este vago deportista. Este sujeto buscaría víctimas en las que proyectar y ver como en un espejo lo que él quiere pensar de sí mismo.

             El segundo, otro sujeto, que por su narcisismo, hace un contrato diferente con la realidad, no le vale negarla como al primero. Lucha, trabaja, no le importan las fiestas y eventos, quiere resultados, coteja con la realidad más objetiva a la que puede acceder. Por narcisista quiere ser el mejor, pero su forma de conseguirlo es otra.

             El narcisismo es gasolina, es un componente en el amor, es lo que nos mueve, nos hace deseables, etc... Luego está el recorrido de cada uno. El psicoanálisis ayuda justamente a la noción de realidad, que uno pueda hacerse cargo de su deseo y trabajar por el mismo, no fantasear para sufrir después.

Más sobre Narcisismo:





Luis Martínez de Prado.

Psicólogo / Psicoanalista / Formador.

Director de: www.psicocatedra.es
Consulta: 34 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com

Skype: psicodinamika Consulta online y presencial en Madrid. También a domicilio.

Quiero empezar mi psicoanálisis:

https://psicodinamika.blogspot.com        

 

                  

domingo, 6 de septiembre de 2020

El autoanálisis

 

chico, niño, modelo, bebé, labio, ceja, boca, pecho, pestaña, de cerca, cuerpo humano, cara, nariz, Ojos, infantil, niñito, ojo, cabeza, piel, papel pintado, belleza, Organo, Recién nacido, pequeño ángel, productos cosméticos, pestañas, Gemelos, niño pequeño, sentido, Efecto espejo, extensiones de pestañas, pequeña persona

           El espejo en el que uno se mira está condicionado por la propia mirada, para eso lo creó.

          

          Creo que todo el que esté vinculado con el psicoanálisis ha escuchado mucho esto: "No me hace falta ir a un psicoanalista, yo ya me analizo mucho". Intentaremos explicar que no es lo mismo y que no funciona.

          Freud fue el primero que intentó las posibilidades del autoanálisis, lo cuenta en sus tempranos escritos. Cierto es que podía hacer un camino en intentar hacer asociación libre (Como con los pacientes), y por así decir, darse cuenta de algunas cosas. Pero se acababa topando con sus propias resistencias, un muro que no le permitía ir más allá. 

           Ese tope es de la propia psique que lucha por mantener el sistema imperante. ¿Pero querría mantenerlo a pesar de que sea nocivo para el sujeto? Sí, porque hasta la más insalubre forma de funcionar de una persona produce una satisfacción inconsciente que se fija y se hace funcional. 

           Ahí está el problema del autoanálisis, que intenta llegar a lo reprimido/inconsciente por el mismo sistema que lo creó. Imposible tarea, el mecanismo se protege y no permitirá que nada le rompa el equilibrio. Sabemos, es cierto, que la verdad sobre a lo que uno le pasa habita en él y en su inconsciente, pero no por eso no se hace obligatorio la presencia del otro que escucha, el psicoanalista, con su oreja entrenada, no un amigo, ni una pareja ni un familiar: (Ver: La importancia del análisis de los psicólogos y psicoanalistas.)

           Paradójicamente esto permitirá que uno se pueda escuchar a sí mismo, porque el analista le devuelve al analizante lo que éste dice, produciendo con esa interpretación, en palabras de Lacan, oleaje, no dejando pasar por alto lo que la resistencia encubría, lo que el paciente no era capaz de escuchar de sí mismo, pero que no puede no decir. Esto último es la clave: No podemos no decir, poner en acto nuestra verdad de lo que nos pasa pero nos protegemos no escuchándola. Por eso el autoanálisis tiene esos límites, esos topes que a veces desde la primera sesión en consulta se rompen y todo cambia.

          

Luis Martínez de Prado.

Psicólogo / Psicoanalista / Formador.

Director de: www.psicocatedra.es
Consulta: 34 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com

Skype: psicodinamika Consulta online y presencial en Madrid. También a domicilio.

Quiero empezar mi psicoanálisis:


domingo, 2 de agosto de 2020

El narcisismo en la culpa

         
          La culpa no sólo tiene que ver con las bondades de cada uno o con la preocupación por los demás, esa que los individuos más perversos no tienen. Como otras emociones, tiene que ver con uno, con su propio narcisismo y con la función que cumple.

          Confunde esto de que en la culpa esté el narcisismo en juego porque parece que es una elección de soportar algo displacentero en uno liberando a los de afuera. No le resta nada meritorio a la persona que se culpa, pero repasando la frase anterior entendemos que la culpa es algo que se vuelca en uno. Ya tenemos la primera pesquisa para hablar de narcisismo.

          Para entenderlo bien yo preguntaría: ¿Quién se cree uno que es para sentirse culpable? Más allá de las culpas reales de cuando uno hace algo que la merece, las personas que se culpan por lo que no les corresponde se atribuyen una importancia y un poder que no les corresponde en la realidad, como una visión omnipotente infantil.

          Algo de eso protege la culpa, donde uno se siente tan culpable esconde también la creencia de los: "Y si...", "Si yo hiciera esto o lo otro o si yo hubiera hecho podría haber impedido que sucediese lo que no quería". es que esta frase solo a veces es cierta, el resto viene a negar que no lo podemos todo y que sobre lo que no depende de nosotros no podemos hacer nada, eso es lo que más duele y lo que el culpable trata de evitar. Tanto le angustia que prefiere fustigarse a aceptarlo.

          Que la culpa cumpla una función de "satisfacción" nos sorprende también pero para eso tenemos que entender que la psique se estructura por instancias y que el "yo", al que tanto poder atribuyen algunos (De ahí que uno se sienta lo suficientemente importante para sentirse culpable), no es más que el siervo del "ello", que puja por satisfacerse y del superyó, que hace lo mismo pero que se ha formado en base a "lo que se debería hacer", siendo contradictorio además, no solo te castiga por incumplir la norma sino por no satisfacerte. Es esa parte de la mente que nos frena cuando vamos a infringir algo que creemos que está mal y la misma que te empuja diciendo: "Eres un pringado que no te satisfaces". De ahí que su forma de satisfacerse sea en ocasiones ensañarse con el yo, al que le dice: "Es tu culpa", sosteniendo, como decía que el yo tiene una capacidad de acción que no tiene en realidad.

          Todo lo que no asumimos de nuestras faltas y nuestras imposibilidades se puede convertir en cargas más o menos pesadas que al fin y al cabo, sostienen una mentira. Por eso uno se libera, de algún modo, cuando acepta lo que no puede y lo que no se puede, que por suerte es lo que nos hace humanos. No se trata de ser perfectos sino de aceptarse cada uno en su finitud.


Luis Martínez de Prado.
Psicólogo / Psicoanalista / Formador.

Director de: www.psicocatedra.es
Consulta: 34 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com

Skype: psicodinamika Consulta online y presencial en Madrid. También a domicilio.

Quiero empezar mi psicoanálisis:


domingo, 26 de julio de 2020

Encontrar tu propio deseo

          


          Sosteníamos al final del escrito anterior (El síndrome de Áspersor: La culpa siempre la tiene el otro) que el deseo cuesta, es por eso que se reconoce de cuando es principalmente goce, goce que apunta a lo sin límites a veces, a lo mortífero (Ver: Vídeo: El goce. Psicoanálisis). 

          Todo esto puede ser confuso porque lo que uno hace, desde lo más perjudicial  hasta lo que mejor le viene produce satisfacción (placer o evitación del displacer). 

          Las personas se preguntan continuamente cómo encontrar su deseo y lanzan la pregunta a los demás: terapeutas, gurús, falsos especialistas, ingenuos a veces que pretenden generalizar lo que les ha funcionado a ellos a todos los demás. Pero no, el deseo, en tanto propio, es sólo uno el que puede reconocerlo, el que lo tiene delante.

          El problema del deseo es que cuesta, duele, requiere sacrificios y, como aprenden los niños, necesita postergar la satisfacción. Si el deseo de uno pasa por terminar una carrera o construirse una profesión, se necesitará tiempo y esfuerzo entre otras cosas. La satisfacción será acorde con el deseo y la realización personal, habrá satisfacción, pero también la habrá cuando se quede durmiendo más tiempo y no vaya a clase, saliendo los fines de semana en vez de estudiar o viendo la tele hasta tarde, solo que esto será pan para hoy y hambre para mañana.

          ¿Cómo reconocer el deseo entonces? Porque implica renuncias, a veces muchas. El goce a corto plazo puede ser placentero pero las consecuencias se pagan después. El deseo nos obliga en ocasiones a abandonar la inmediatez en una sociedad que la tiene por bandera. Puedes comprarte un aparato y cuando salgas de la tienda ya hay uno mejor disponible, ocurre incluso con las personas, hay "tanta oferta" que se hace cada vez menos habitual sostener un compromiso, las personas y los objetos son cada vez más intercambiables.

          Esto del deseo se opaca por todo esto y por el deseo del Otro (lo veremos en otro texto). Con el deseo no hay engaños en realidad, cada uno tiene el suyo y es responsable de cómo lo sostiene. Por eso en un psicoanálisis se brinda un espacio de escucha para que el sujeto se escuche y vaya encontrando su deseo. Aunque sea el paciente el que paga, se le pone a trabajar en la aventura de descubrir qué es lo que de verdad quiere, su esencia, su identidad, su "estar mejor".


Luis Martínez de Prado.


Psicólogo / Psicoanalista / Formador.



Director de: www.psicocatedra.es

Consulta: 34 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com


Skype: psicodinamika Consulta online y presencial en Madrid. A domicilio


Quiero empezar mi psicoanálisis:



lunes, 20 de julio de 2020

El síndrome de Áspersor: La culpa siempre la tiene el otro

          


          Este título humorístico es en honor a un maestro amigo que utiliza el término "aspersor" (Jugando con la terminología Asperger) para referirse al acto de echar la culpa al otro. Decíamos en otro escrito que de nuestra posición somos siempre responsables, en palabras de Lacan, pero eso no es fácil. El otro, que puede ser una persona, el universo, el virus, la suerte, etc, puede ser un comodín muy recursivo para no asumir lo propio.

          ¡Pero yo me quejo porque tengo razón! Con más o menos razones o con más o menos concordancia con la realidad, pero si uno se fija demasiado en la paja del ojo ajeno es para evitar ver la viga en el propio y además si mira tanto es porque algo de la viga, inconscientemente sabe. Este saber no sabido se entromete en los pensamientos y en los actos y uno tiene que hacer algo para bloquear su salida.


          En lo relacionado a sus vínculos siempre es el otro el que se equivoca, en el trabajo son los demás los que lo hacen mal, no es un vago, es que hay crisis, no está gordo, es el metabolismo, los satélites que nos espían, el gobierno, los jefes, el orden mundial, el capitalismo, el comunismo... Siempre lo ajeno.
 

          Lamentablemente al final, uno es lo que hace, los resultados y la realidad hablan y poco le importan las quejas. Uno es lo que hace y en base a eso construye y sostiene su posición en el mundo y tiene que ver con elecciones. Hasta en las realidades más reducidas se toman decisiones y uno se construye su propio camino.
 

          ¿Pero cómo sé dónde termina la responsabilidad del otro y empieza la mía? ¿Cómo saber a quién echar la culpa? Es que no se trata de culpas, la responsabilidad individual nunca termina. Si uno se queda con esa persona de la que tanto se queja tendrá que preguntarse por qué, si no se mueve del trabajo donde no le merecen deberá virar el foco hacia sí mismo con la consiguiente angustia: "Si me quedo, igual es porque sí lo merezco". Uno merece lo que está dispuesto a darse, lo vemos en muchos pacientes que se quejan y quejan de su situación pero a la hora de comprometerse para cambiar se van. La queja por tanto es sinónimo de resistencia, resistencia al análisis, resistencia a estar mejor. Esto ya lo descubrió Freud antes de inventar el psicoanálisis.

          Después de todas las historias y películas que uno quiera contarse y a quien quiera atribuirle su suerte, será uno mismo el que pague las consecuencias de sus elecciones. Muchos deciden escucharse y asumir las interpretaciones generantes de ese oleaje, luchar contra esas resistencias que siempre están, no se trata de absolutos y tomar la dirección de su deseo... Y el deseo cuesta, duele y jode, es por eso que se reconoce, pero eso será para otro texto.


Luis Martínez de Prado.

Psicólogo / Psicoanalista / Formador.
 


Director de: www.psicocatedra.es

Consulta: 34 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com


Skype: psicodinamika Consulta online y presencial en Madrid. A domicilio


Quiero empezar mi psicoanálisis:



domingo, 12 de julio de 2020

¿Curarse de la castración?

                               

                   "A un análisis uno va buscando la completud y se encuentra con la falta".
Pedro Reyes Díez


           Una de las preguntas más complicadas de responder es sobre los efectos de un análisis, sobre todo a los que no son psicoanalistas. Los analizados, con el tiempo, pueden dar una respuesta a esto, que si bien es difícil de transmitir, les sirve por lo menos a ellos para entender algo del impacto de ese viaje.
          Lo que es seguro, como dice la frase, es que lo que uno va a buscar al analista no es lo que encuentra y aunque pese, es lo mejor para él y lo que podríamos llamar cura. 

          Es por eso que los psicoanalistas no prometemos nada, más que analizar justamente para que el sujeto haga consciente lo inconsciente y pueda aspirar a gozar de otra manera.

          Estamos acostumbrados a que muchos pacientes lleguen maltrechos después de haber pasado por especialistas de los que sí prometen. prometen con drogas, con el empoderamiento del yo, con posibilidades imposibles que implicarían que los sujetos dejarían de ser ellos. Así llegan llenos del discurso de los otros y a veces sólo saben recitar frases de libros de autoayuda intentando hacer propio lo ajeno y chocando una y otra vez contra su propio inconsciente que se expresa en cada situación, en cada acto. Encontrando sujetos culpables porque sienten cosas que se supone no deberían sentir intentando aspirar a ser lo que les dicen y olvidándose de ellos mismos.

          Cuando uno escucha se da cuenta de lo que promueven las curas milagrosas es una cura de la castración, cosa que es imposible, sabemos que se trata justamente de poder asimilar la castración, la falta y poder sobrellevar no ser completos en función de las características de la estructura de cada uno, su capacidad de simbolizar y demás. Pudiendo estar mejor con el agujero que todos tenemos dentro pero que es diferente en cada uno.

          Lo que sale caro es luchar contra la castración, comprando para ser completos, haciéndose adictos de consumo o adictos al trabajo, luchas constantemente contra uno mismo para sostener ciertos ideales que son más del "Otro" que de uno.

          Creo que se trata más bien de asumirse en falta, de aceptar que aun así uno vale, más que lo que intentan decir con la frase: "Valórate a ti mismo", que apunta más a un empoderamiento yoico que a asumir las cosas buenas de uno y las malas. Uno puede ir así construyendo una realidad más acorde con su deseo y con su identidad, a través de su "Sinthome".


Luis Martínez de Prado.

Psicólogo / Psicoanalista / Formador.
 
 
Director de: www.psicocatedra.es
Consulta: 34 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com

Skype: psicodinamika Consulta online y presencial en Madrid. A domicilio

Quiero empezar mi psicoanálisis: