Hace unos días escuchaba una frase que me llamó la
atención y me rememoró otra u otras, esta frase fue: “Soy un enfermo del saber”, y me hizo acordar a otra que he citado
en otras ocasiones del psicólogo Paco Duque, quien dice: “La certeza es la locura”. Es que el loco no duda, está “seguro” de
todo, no miente. Cuando alguien tiene alucinaciones, escucha voces y demás, no
miente al respecto, y no duda, salvo excepciones, de su autenticidad ni del
mensaje. Cuando alguien desayuna con Dios todas las mañanas, o ve a Elvis en su
terraza, o un gnomo le dice que tiene que prender fuego el coche de su vecino,
no duda de ese mensaje, ni cuando los ovnis vienen a por él y le colocan una
sonda anal y lo usan para espiar a la estirpe humana (porque él es especial,
loco sí, pero no por ello va a renunciar al narcisismo). Cómo podría el sujeto
dudar de ello si es él mismo el que lo produce, es “su verdad” (su saber). ¿A
qué me refiero cuando digo esto? A que toda alucinación, todo delirio (y el
delirio aparece en todas las estructuras psíquicas y a nivel colectivo
también), toda voz que escucha el esquizofrénico, toda persecución que siente
el paranoico, todo sueño, toda obsesión… es un producto que crea el propio
sujeto. Como comentaba en la charla del pasado viernes
sobre los sueños, se han hecho experimentos con pacientes esquizofrénicos a
los que se les ponen sensores en la garganta, y han visto que cuando están
escuchando esas voces sus cuerdas vocales se mueven, es decir, ellos se están
hablando. Para ellos en algún momento (pensemos en el atravesamiento del
Edipo) la realidad les fue tan inasumible que necesitaron hacer ajeno lo propio
y proyectar el inconsciente hacia fuera. La estructura psíquica de la psicosis desplaza
el inconsciente hacia fuera y toma el exterior como lienzo para proyectarse, el
paranoico busca su “merecido” auto-ataque en el Otro, se siente perseguido y
busca que le peguen.
Pero esto de renunciar a lo propio por lo ajeno no es propio de la psicosis, pensémoslo también en los amos del obsesivo, en los síntomas histéricos donde el cuerpo sufre de lo que no sabe y busca la solución en lo de fuera, o en la histeria en general que se engancha a la mirada del Otro (paterna).
Pero esto de renunciar a lo propio por lo ajeno no es propio de la psicosis, pensémoslo también en los amos del obsesivo, en los síntomas histéricos donde el cuerpo sufre de lo que no sabe y busca la solución en lo de fuera, o en la histeria en general que se engancha a la mirada del Otro (paterna).
En esta demanda de que el otro se haga cargo y de
eludir la responsabilidad como sujeto renunciando así a la subjetividad,
identidad e individualidad, “lo de fuera” nos ofrece las certezas que le
pedimos. Así se sostiene la industria psicofarmacológica, entre otras, que nos
venden curas, felicidad, controlar lo incontrolable y un tragicómico etc. Si la
certeza es la locura ¿no será que la sociedad está loca? o enferma… y, repito,
si la certeza es la locura ¿Quién es más loco, el que la compra o el que la
vende?
Volviendo al enfermo del saber del que hablaba al principio pienso… si el loco está enfermo del saber, el neurótico está “sanamente” enfermo de no saber (ver: ¿Somos todos neuróticos? ¿Qué es ser neurótico?).
No obstante es muy complicado hablar de locura, delimitar a qué llamamos locura y definirla, porque si la definimos como la separación de la realidad todos estaríamos locos ya que el humano no accede por completo a la realidad, y puesto que no accedemos sólo podemos creer en ella, es decir, tenemos fe en ella, y es que el humano es religioso por naturaleza.
Sin embargo parece que el que no duda es el loco, no puede dudar, como no podemos dudar de un sueño, como decía, porque es un producto nuestro. El neurótico, que no sabe, no sabe de lo que le pasa porque es un saber no sabido (inconsciente) está condenado a la duda. A un neurótico sí le oiremos decir ¿estaré loco? A un loco… difícil. Pero paradójicamente, esa duda del neurótico es la que le salva de la locura, si lo interpretamos desde la idea de que el loco no duda, y le “salva” en una segunda vía, la sintomática, en la que le permite mediante esa duda que lo reprimido siga siendo reprimido y desplazado al síntoma, a la obsesión por el detalle para no darse cuenta de lo profundo, al objeto sustituto de la fobia o al síntoma físico de la histeria, entre otros, es al no saber sobre su angustia y su desborde y ante la imposibilidad de gozar cuando va a acudir a un analista, al que le atribuye un “Supuesto saber”.
Paradójicamente, cuando uno menos sabe es más sabio, como nos enseñó Sócrates. Cuando una realidad es más cerrada, uno más sabe, a medida que se abre uno se da cuenta de que sabe cada vez menos. Entre mis alumnos me encuentro muchas veces el afán por las respuestas definitivas, cerradas, que por supuesto yo no tengo, pero que en muchas ocasiones el discurso universitario sí ofrece. No es casual que la disciplina que abre preguntas en vez de cerrar esté sufriendo tantos ataques (la filosofía). ¿No estaremos vendiendo locura? Puesto que, por lo menos para mí, la certeza no existe, y si la vendemos estaremos vendiendo una irrealidad, y en esa estafa la locura, como el perverso que psicotiza a un hijo vendiéndole una realidad sin límites, que paradójicamente limitan al hijo.
Cuando el loco no duda,
todo lo que deja fuera de toda duda es la propia duda y no se puede dudar de lo
que no está, como la forclusión del nombre del padre en el psicótico. Por eso,
cuando el loco dice lo que dice “está fuera de
toda duda”, luego dice la verdad.
El loco se cree sus propias mentiras, el neurótico usa el conflicto (duda) como puente con la realidad.
El loco se cree sus propias mentiras, el neurótico usa el conflicto (duda) como puente con la realidad.
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