Quiero empezar mi psicoanálisis

domingo, 26 de julio de 2020

Encontrar tu propio deseo

          


          Sosteníamos al final del escrito anterior (El síndrome de Áspersor: La culpa siempre la tiene el otro) que el deseo cuesta, es por eso que se reconoce de cuando es principalmente goce, goce que apunta a lo sin límites a veces, a lo mortífero (Ver: Vídeo: El goce. Psicoanálisis). 

          Todo esto puede ser confuso porque lo que uno hace, desde lo más perjudicial  hasta lo que mejor le viene produce satisfacción (placer o evitación del displacer). 

          Las personas se preguntan continuamente cómo encontrar su deseo y lanzan la pregunta a los demás: terapeutas, gurús, falsos especialistas, ingenuos a veces que pretenden generalizar lo que les ha funcionado a ellos a todos los demás. Pero no, el deseo, en tanto propio, es sólo uno el que puede reconocerlo, el que lo tiene delante.

          El problema del deseo es que cuesta, duele, requiere sacrificios y, como aprenden los niños, necesita postergar la satisfacción. Si el deseo de uno pasa por terminar una carrera o construirse una profesión, se necesitará tiempo y esfuerzo entre otras cosas. La satisfacción será acorde con el deseo y la realización personal, habrá satisfacción, pero también la habrá cuando se quede durmiendo más tiempo y no vaya a clase, saliendo los fines de semana en vez de estudiar o viendo la tele hasta tarde, solo que esto será pan para hoy y hambre para mañana.

          ¿Cómo reconocer el deseo entonces? Porque implica renuncias, a veces muchas. El goce a corto plazo puede ser placentero pero las consecuencias se pagan después. El deseo nos obliga en ocasiones a abandonar la inmediatez en una sociedad que la tiene por bandera. Puedes comprarte un aparato y cuando salgas de la tienda ya hay uno mejor disponible, ocurre incluso con las personas, hay "tanta oferta" que se hace cada vez menos habitual sostener un compromiso, las personas y los objetos son cada vez más intercambiables.

          Esto del deseo se opaca por todo esto y por el deseo del Otro (lo veremos en otro texto). Con el deseo no hay engaños en realidad, cada uno tiene el suyo y es responsable de cómo lo sostiene. Por eso en un psicoanálisis se brinda un espacio de escucha para que el sujeto se escuche y vaya encontrando su deseo. Aunque sea el paciente el que paga, se le pone a trabajar en la aventura de descubrir qué es lo que de verdad quiere, su esencia, su identidad, su "estar mejor".


Luis Martínez de Prado.


Psicólogo / Psicoanalista / Formador.



Director de: www.psicocatedra.es

Consulta: 34 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com


Skype: psicodinamika Consulta online y presencial en Madrid. A domicilio


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