El enamoramiento es un impacto, el compromiso una elección.
La particularidad del animal humano frente al resto de animales es que es un ser incompleto, en falta, y lo sabe. Así nacen las teorías filosóficas, religiones, ciencia y técnica para dar cuenta de ello. ¿Por qué estamos aquí? ¿A qué venimos y a dónde vamos? No es exclusiva de ellos esta inquietud, la comparten poetas, cantantes, pensadores, personas corrientes y sobre todo los niños. Los niños son los primeros filósofos que se preguntan por el sentido de la vida.
Esta falta trae consigo la angustia, el vacío, la tristeza, el sufrimiento, pero también nos permite saborear lo mejor que tenemos, que brota también de ese agujero y que también nos diferencia de los animales. Uno envidia a los animales cuando está triste pero se apena por ellos en nuestros mejores momentos por no ser capaces de sentir lo que sentimos nosotros.
Y así, en falta, agujereados salimos al mundo como podemos, buscando sin encontrar como tapar ese agujero que no nos permite tener seguridad plena nunca. Cuando conseguimos ese trabajo que tanto añorábamos ya no nos satisface tanto, cuando terminamos esa carrera o ese proyecto que tanto esfuerzo costó conseguir ya no es tan importante como creímos. Parece que los sueños saben mejor desde el pasado que desde el presente, y qué decir del futuro... en el futuro ya no se sueña con eso. El deseo siempre es deseo de otra cosa decía Jaques Lacan.
Pero de golpe se produce ese encuentro con alguien que impacta en nuestro inconsciente y nos remueve por dentro. Ese sentimiento lo invade todo y además parece que es mutuo. Ese momento de encaje es donde parece que encaja todo. La angustia existencial del filósofo, del poeta, del pintor, del niño que uno fue, se disipa. Parece que la falta se llena, que resulta que era posible tapar ese agujero.
Cualquiera que lo haya vivido sabe de la inmensidad que estas sensaciones aportan. Uno se droga de enamoramiento. La vida tiene sentido. A partir de aquí podemos errar y pensar que el amor funciona, por eso el filósofo deja de preguntarse y el artista de producir (Por eso en el desamor se dan impresionantes obras artísticas, que se lo digan a cantantes y poetas), la persona cotidiana a veces, de cuidarse, de trabajar en pos de lo que esa falta cargada de angustia imponía al verla por el retrovisor.
Sin preguntar, sin elegirse, inevitablemente llega otra etapa, esa en la que la persona perfecta que nos completa ya no lo hace, y no sólo eso, tiene defectos, como nosotros, y nos hace de espejo a las propias imperfecciones... ¡Era mentira! No es lo que uno pensaba sino lo que uno se imaginó lo que dio pie al enamoramiento (Ver: Somos como nos quisieron). Y ahora ya no es como antes, la pasión y la ilusión no son las mismas, el enamoramiento previo baja a tierra (Y así debe ser). Aquí uno recupera la profesión perdida del filósofo investigador que se pregunta si es posible que haya una falla en el amor o es en su amor que está viviendo. Lanza la mirada curiosa a familia, amigos, televisión, canciones...
Es en este punto donde se rompen muchas parejas, que no logran bajar a realidad lo real de lo que sintieron. Se habla de que uno pierde libertad en el amor como si elegir comprometerse con alguien no fuese una elección en libertad. Creo que el amor lo que implica son renuncias, como toda elección y que cuesta un trabajo que moviliza a los sujetos a comprometerse, cada uno con su falta y en esa insatisfacción consulta bordear ese agujero pero no taparlo. Más fácil a priori es escaparse de una relación buscando el imposible de tapar la falta en otra persona u objetivo. Pero eso sí que es una renuncia.
El amor es un engaño que funciona porque a pesar de no funcionar sirve para que en pos de ese sentimiento o de encontrarlo uno se movilice, se vitalice. Así por ejemplo, la persona que vivió siempre sometido a sus síntomas, no salir de casa, no arreglarse, no buscar trabajo, no irse a vivir fuera de la casa de sus padres, adicciones... de repente se enamora y pone todo patas arriba. O quien nunca se lo imaginó, se cambia de país, renuncia a un trabajo, se pone a estudiar o emprende una empresa. Por eso funciona, justamente porque no funciona. Porque no le permite a uno quedarse quieto.
Cuando sentimos la falta tapada tendemos a la quietud, lo que puede suponer pan para hoy y hambre para mañana. El amor da cuenta justamente de eso, de que hay una falta, de que existe ese agujero. Sólo el animal humano puede sentir amor y deseo porque tiene esa incompletud que le empuja a ser pleno. Es en ese camino donde el ser humano consigue sus mayores logros. No porque se llene sino porque a pesar de no hacerlo como esperaba siga hacia adelante. Donde como puede soporta ese engaño del enamoramiento y le permite seguir amando, en libertad, haciendo condescender, en palabras de Lacan, el goce al deseo. Volviendo a ser ese filósofo como lo son los pacientes cuando se analizan y se replantean sus viejas concepciones de conceptos como el amor, el sentido, la felicidad, la persona que quiere ser.
Luis Martínez de Prado.
Psicólogo / Psicoanalista / Formador.
Skype: psicodinamika Consulta online y presencial en Madrid. También a domicilio.
Quiero empezar mi psicoanálisis: