Quiero empezar mi psicoanálisis

domingo, 24 de mayo de 2020

El sujeto reaccionario

          
El Pacifista de One Piece

"No conozco un motivo que haya abanderado más guerras, como la paz."

  Por más que las corrientes que evolucionaron, en mi opinión, desde la psicología del ego, hasta la autoayuda y demás de hoy día, intenten hacernos creer en un sujeto humano, equilibrado y bondadoso por naturaleza, solidario, caritativo, etc, nos encontramos con una naturaleza de mujeres y hombres diferente, con lo caótico, la destrucción, el rechazo a la otredad en el racismo, el consumo sin límites y la destrucción del entorno y del humano. Marcado esto por un egocentrismo de las personas que quizá haya sido enfatizado justamente por querer ignorar parte de la esencia humana y pensar que el ego todo lo puede (Ver: Matar la pulsión de muerte mata).

          Ahora en cada país afloran más las guerras de partidos y partidarios contrarios, hoy mismo llevo oyendo gritos de antifascistas, fachas hijos de puta, van a venir a quitarnos la casa, ladrones, etc... Curiosamente se profieren los mismos insultos de un bando a otro. Este autoproclamado "antifascista" tiene a toda su comunidad en vilo por lo que parece un brote violento que seguramente algo de la represión del confinamiento ha terminado de llenar el vaso. Su vaso, que tendrá sus frustraciones particulares que poco tendrán que ver con la política pero que se enganchan a ella por enlace falso/desplazamiento, porque la situación lo permite y porque siempre es mejor atacar al otro que hacerse cargo de lo propio. No se da cuenta él, que se queja de las agresiones de un ente o colectivo, que mientras lo hace agrede a los que están a su alrededor, habrá que ver cómo estarán los que vivan con él.

          Una vez yo dije en clase: "Es que no somos ni de izquierdas ni de derechas, somos del inconsciente". Recuerdo que una alumna volvió sobre esa frase porque le impactó, hoy la retomo aquí nada más para decir que el humano es simplemente humano, que no es poco, no es que sea ni malo ni bueno, no es que sus ideas no sean válidas, ni su ideología. Simplemente que la construye a través de identificaciones, deseos y expectativas ajenas, y en base a una realidad edificada sobre un mundo imaginario, no objetivo/realista. Ya de entrada decía Lacan que somos el deseo del otro. Algo de ese otro siempre estará en nuestras ideas, vocaciones, propósitos, etc. "¡En mi caso es imposible porque yo hice lo contrario de lo que quería mi padre y soy de ideología contraria a él!". Claro, justo por eso se demuestra la influencia del Otro, que ahoga tanto como para irse a lo contrario, que en realidad es una vuelta de lo mismo, una repetición diferente.

          En cuanto a la bondad y el civismo, no es no exista la solidaridad, amabilidad, así como el resto buenas actitudes, pero se construyen por la educación, que en cada uno es de una manera y produce resultados diferentes. Si hay que educar al sujeto es que la naturaleza humana, en principio, no entiende nada de educación. Como diría Freud, de cada etapa queda un resto que por más que se evolucione a la siguiente, lo que era de la etapa oral se puede manifestar en la sádico/anal por ejemplo.

          Para hablar de verdad de cómo somos las personas tendremos que ir, como siempre a la infancia. Veremos entonces que el bebé al principio no entiende ni siquiera de dualidad, es uno con su fuente de satisfacción, con quien encarne la función materna. Cuando aparece la insatisfacción y la frustración empezará a entender que hay un yo y un otro y cuando aparece un tercero la frustración será máxima y requerirá un trabajo de identificación para acceder al mundo de otra manera. Pero digamos que lo que nos constituye es que ya desde temprano el tercero sobra. El ello empujará por satisfacerse como pensó que se satisfacía al principio, luchará por el apartamiento de ese tercero de su realidad o de ese cuarto (Bien lo saben los padres que han tenido otro hijo, un hermanito después), quedando erigido un conflicto con el otro, que estará siempre, pero que repito, por medio de la educación, las socializaciones, análisis, etc, esta convivencia con el otro puede llegar a muy buen término. 

          Pero si no tenemos en cuenta el psiquismo real siempre nos sorprenderemos cuando la pulsión de destrucción llegue al río y veamos las tragedias de las que el humano es capaz. A donde no queremos mirar dejamos una vía abierta para que pase justo lo que queremos evitar.

          Recomiendo el libro de Wilhelm Reich: La psicología de masas del fascismo. Aquí primero le echa la bronca a los científicos y pensadores del momento por haberse sorprendido de lo que ya anunció Freud en Psicología de las masas y análisis del yo, de que cuando las personas se juntan en grupos y consiguen un objeto/objetivo enemigo, la pulsión de destrucción se conectará con él, apoyándose por supuesto en justificaciones conscientes: La raza, nos van a robar, son fascistas, judíos, comunistas, radicales... Pero nada de lo consciente importa, es que el conflicto con el otro está, desde el ello empuja y el yo lidia como puede para no volverse bárbaro. No se ayuda a esta tarea cuando desde los media se incendia a la gente, sólo hay que proporcionar un enemigo, marcar al diferente para que se creen dos bandos... y todos nos pelearemos por ideas que ni comprendemos y que, por lo que explicaba al principio, casi ni nos son propias. Por eso vemos los mismos resultados en ideologías contrarias, hasta en los más pacifistas donde, hay que eliminar a los violentos, o a los fascistas, lo mismo que Hitler con los judíos y con los diferentes. Cuando la pulsión sale sin límites, las personas tratan de eliminar a la otredad, que no haya nadie que goce de forma diferente a la mía porque me angustio, que nadie me perturbe mi fantasía de satisfacción total, que nadie me quite a mamá. Por tanto, las personas son reaccionarias en su constitución psíquica, siempre intentan volver a un estadío anterior y a veces lo consiguen, con la excusa que sea, incluso a través de la revolución. Es que lo inconsciente se cuela, le pese a quien le pese.

          Freud era bastante pesimista al final de "El malestar en la cultura." Yo pienso que un sujeto analizado bien puede entender algo de eso que le pasa y tratar de hacerse cargo de lo propio le facilitará mucho la vida con el otro y que a este pobre vecino puede romperle ese enlace falso y hacer algo con su angustia, echándosela en cara a los demás no va a disminuir.


Luis Martínez de Prado.

Psicólogo / Psicoanalista / Formador.


Director de: www.psicocatedra.es
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