Quiero empezar mi psicoanálisis

sábado, 25 de abril de 2020

Covid-19: La puñalada al narcisismo humano


                 


          El hombre tiene miedo a dos cosas de entre todas las demás: A la naturaleza y a los otros hombres. Esto ya nos lo explicaba Freud en: "El malestar en la cultura". En cuanto a la naturaleza, esta angustia la combate en lo práctico desarrollando la ciencia y la tecnología en un intento de dominar lo que le domina.

          Por desgracia, esto no sirve para alejar del todo la angustia de lo que no se puede controlar con la que los humanos tenemos que convivir. Sí, hay cosas que escapan a nuestro control y la forma de asumirlo o negarlo va a tener mucha influencia en el sufrimiento, los miedos y las defensas de los sujetos. A nivel individual nos topamos con esto en la consulta a diario. Sufren los pacientes tratando de calcular el futuro, su deseo y el de los otros, tratando de sostener lo insostenible como el más intrépido trapecista, ritualizando para que ocurra lo deseado, intentando devorar conocimiento para saberlo todo, para que nada se escape, para tratar de negar que somos sujetos en falta. Sin darse cuenta de que la fantasía de completud que determina gran parte de su vida es un imposible. Qué alivio cuando se puede soltar parte de esa tensión y destinar la energía de lo imposible, de lo que no se puede, a lo posible para poder, al menos... algo. Teniendo en cuenta que ese algo puede ser mucho, una especie de todo porque es todo lo que puede hacer el humano.

          No entiende esto así de fácil la psique, que en todos presiona con más o menos intensidad para que esta fantasía se cumpla y más allá de la realidad (imaginaria en el humano), urdirá sus estrategias para imaginar y creerse que es dueña de su destino. Si retomamos la lucha del primer párrafo: Hombre vs naturaleza, nos daremos cuenta de que la ciencia, que parece que avanza a pasos agigantados, no sirve sin embargo para tamaña ambición humana por lo que para ese resto que queda esquivo a nuestro control inventamos en las ideas lo que no encontramos en lo material. Así, como bien saben los niños, construimos nuestras teorías cerradas (porque lo que queda abierto angustia, bien lo sabe el obsesivo) sobre el mundo. Es aquí donde aparecen las religiones, teorías, fantasías, Dioses, universo, etc, ya sea a nivel individual o por convención social, dándole una solución no sólo a la muerte sino a la vida, a la que cada uno da sentido acorde a su subjetividad. Si tenemos éxito en esta tarea habremos regateado por el momento a la angustia, sólo que este partido no termina nunca y la angustia acecha siempre. Es aquí donde tendremos que revisar y revisarnos y la psique se defenderá de lo real, que le genera conflicto, con síntomas de todo tipo. 

          Pero siempre de una forma u otra uno consigue adquirir cierta tranquilidad en su conquista de un pequeño territorio de lo inabarcable, protegiendo así su narcisismo. Lo mismo pasa a nivel global. El progreso y los avances tecnológicos nos hacen sentir que podemos lograr lo imposible, lo soñado o lo que se escapa incluso a nuestros sueños. Las películas futuristas se convierten en logros del presente, la medicina le mete goles al envejecimiento y a la muerte, nos sentimos casi invencibles y se nos olvida esto de la falta de la que tanto hablan los psicoanalistas. El narcisismo humano se infatúa tanto que ya no cuida ni su entorno y se olvida, de alguna manera, de que cada acto tiene su consecuencia.

          Y como un padre a un niño, la vida viene a decirnos que no es así, que si tanto nos creíamos no nos creamos tanto, que somos frágiles, que un virus puede paralizar un planeta, que un sistema económico no sólo nos regula sino que determina quien vive o muere, que los recursos no son ilimitados, que lo que se hace se paga. Que estamos en falta en definitiva y que somos los perdedores de esa batalla en la que sólo participamos nosotros y en la que el enemigo ni nos registra. Narcisos, decimos que hay que salvar el planeta cuando lo que hay que salvar son las personas (de ellas mismas) porque la naturaleza se equilibra y reestructura sin que le importemos. 

          Los límites que intentábamos traspasar se hacen notar como si fuesen vallas electrificadas y la realidad apuñala nuestro narcisismo. Hablaban de las tres heridas al narcisismo humano: Newton: No somos el centro del universo, Darwin: Venimos de un animal considerado inferior, el mono, Freud: No somos dueños ni de nuestras decisiones porque nos determina el inconsciente. Ahora que sentimos nuestra levedad y fragilidad debido a la pandemia por el llamado Covid-19 vemos como la realidad golpea nuestro narcisismo. Bien lo sabe el dialecto popular: "No somos nadie", se decía en los funerales, que es en realidad otro absoluto de control: O todo o nada. Lo difícil es renunciar al todo para ser algo.

          Igual que con los analizantes a nivel particular, sirva a nivel global para ser más conscientes de lo que somos y de lo que tenemos, de construir en base a lo finito y tener en cuenta los límites que tenemos para orientar nuestra ambición hacia nuestras reales aspiraciones. 

          Más allá de esto, cada uno, de acuerdo a su ética y su deseo, que son más bien sinónimos tendrá que reestructurar su vida y encontrar su sentido. Esto es lo bueno de la angustia, que nos orienta y nos mueve, obligándonos a reconquistar la tranquilidad para que dejemos de ser el bebé enganchado a la teta de mamá, es ahí donde creo que ocurren las cosas más maravillosas de la vida.

Ver: Confinamiento, coronavirus y conexiones psíquicas.


Luis Martínez de Prado.
Psicólogo / Psicoanalista / Formador.

Director de: www.psicocatedra.es

Consulta: 34 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com

Skype: psicodinamika / www.psicodinamika.blogspot.com

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