Ante los últimos atentados terroristas como los perpetrados en Barcelona y Cambrils, cuya autoridad ha reclamado el grupo ISIS:
En la sociedad
de la desinformación -donde Internet torna en un medio de expresión- las redes
sociales funcionan como un test proyectivo a través del cual el sujeto se
desnuda más de lo que parece. Como un fallido pero que es un acto que no falla
el sujeto dice más de lo que dice sin saber que lo dice, pero que una oreja
crítica percibe como cuando el paciente llora al contar las maldades que el
Otro ha obrado en él pero que al decirnos después cómo educa a sus hijos, cómo se comporta
con la pareja y con los amigos, cómo trata a su mascota o nos habla de una
visión personal sobre la política, el fútbol, la educación, etc..., uno interpreta:
¿Pero no es eso similar a lo que se queja?
Se ve entonces un
modo de repetir y de gozar de seguir siendo maltratado pero ahora maltratando
al otro, ocupando el otro extremo de la misma cuerda. Repetir para no recordar
que diría Freud.
Llama la atención la
rápida y fácil solución que muchas personas aportan ante el problema del
terrorismo: Poner una bomba en tal país, atacar las mezquitas, deportar a los
extranjeros, sacar el ejército a la calle, etc… Ante la angustia tratan de
tomar un atajo para calmarla como el que está deprimido y va a un brujo para
mágica y rápidamente ponerse bien. El “atajo”, es un acto perverso que trata de
esquivar la castración (son conceptos psicoanalíticos que se pueden traducir
como que uno no se quiere adaptar a la realidad, la cual le impone normas y de forma infantil la intenta destruir para conseguir sus objetivos), que no quiere
pasar por el aro de la cultura y rechaza la norma como el niño que se
encapricha con algo y como no lo puede conseguir se enrabieta y lo arranca.
Esto es el terrorismo, una imposición del narcisismo propio al Otro, a la
realidad. Un dardo en la cultura que pretende negar la castración diciendo: “Yo
no me adapto a la comunidad, yo no me castro, yo me quedo con mamá, mi realidad
vale más que la tuya”, así trata de esquivar el Edipo negando la norma y el
freno pulsional que impone la cultura.
Por eso el acto de
terrorismo es un acto perverso y por eso, desde el complejo de Edipo se puede
analizar lo social (Ver: V Seminario: Estudio crítico del sujeto individual y políticodesde el psicoanálisis: Este año una mirada desde el complejo de Edipo).
El niño, por medio
del atravesamiento del Edipo debe aprehender que para adaptarse a la cultura
(comunidad) y que la propia cultura trascienda ha de poner un freno a su satisfacción
total en función de ésta; a cambio de esto, eso sí, vivirá: “Un malestar en la
cultura”, pero necesario. Va a entender a través del nombre del padre (que no
necesariamente lo representa el padre, ni siquiera lo masculino, sino la mirada
que le devuelve la figura a la que mira la y reconoce la madre), que el incesto
está prohibido, que mamá no es de él sino de aquél al que ella mira/ama y que
para salir al mundo siendo amable y con la posibilidad de amar tiene que pasar
por el aro de la castración (simbólica): Que simplemente implica que se adapte
de una forma u otra a esta “ley simbólica”. Con esto habrá pasado de ser un
perverso polimorfo a un neurótico, en el mejor de los casos, como diría Freud.
Por lo tanto, ese
malestar en la cultura necesario sería la neurosis (el sujeto normal) y esta
neurosis un punto de llegada siendo la perversión un lugar anterior, algo que
no llega a la neurosis.

Son embaucados como
el perverso seduce al neurótico, que quiere gozar de la libertad sin culpa del
primero sin darse cuenta que es la libertad que deja sin límite la propia
pulsión de autodestrucción que termina, como en muchos adictos, en una sobredosis
de satisfacción-goce y en muerte.
Justamente el hecho
de que se quiera calificar de terrorista sólo al otro y nada a uno mismo,
justamente no querer ver en el otro algo nuestro es lo que hace que se nos
cuele por el ángulo muerto de nuestra ignorancia esto del terrorismo (Ver: Matar la pulsión de muerte mata), sin darnos cuenta de que cada uno tiene una
responsabilidad, un papel en un escenario donde se es más protagonista de lo
que se cree, que las palabras, las redes sociales, la ignorancia intencionada,
etc, representan lo que parece una metástasis de perversión en la sociedad
actual, dando la razón a los pensadores más pesimistas de tiempos anteriores,
tan rechazados como acertados.
Los Edipos mal
atravesados tanto individuales como sociales se mejoran con análisis
permitiendo al niño llorón convertirse en un adulto que puede ser feliz.
Psicólogo / Psicoanalista / Formador.
Consulta: (34) 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com / Skype: psicodinamika
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