Quiero empezar mi psicoanálisis

domingo, 30 de agosto de 2015

El efecto mariposa del lenguaje: Una mirada a la violencia machista y al asesinato de Laura y Marina



         

Todos habremos oído hablar del efecto mariposa, representado por la frase El aleteo de una mariposa puede provocar un terremoto en el otro extremo del mundo. Nos dice, entre otras cosas que los actos tienen consecuencias que se acaban pagando de una forma u otra. Lo mismo que nos viene a decir el psicoanálisis cuando nos habla de la castración y de que somos sujetos en falta. Esto lo confronta con los mensajes modernos de: “Tú lo puedes todo”,” Piensa fuerte y se te dará”, “Evita el envejecimiento con este producto”, “Gasta todo lo que quieras y paga cuando quieras”, que justamente lo que tratan de evitar es la castración y anular la falta. El último eslogan es lo mismo que decir “gasta sin pagar las consecuencias”.


El psicoanálisis nos dice que las consecuencias sí se pagan (castración), y que no, uno no lo puede todo (somos sujetos en falta), uno puede lo que puede y no puede evitar el paso del tiempo por ejemplo. Similar sería lo que nos está diciendo el efecto mariposa: “Si talas demasiados árboles en el amazonas producirás unos cambios en el ecosistema mundial (por ejemplo que se descongele el ártico) que tendrá terribles consecuencias para el planeta entero”. Del mismo modo y a la inversa nos enseña las consecuencias de mantener una zona protegida, de desarrollar huertas ecológicas, etc… Es decir, que lo que se haga en una parte del mundo influirá sobre cualquier otra parte del mundo.


Siguiendo el hilo de lo anterior, quería permitirme la metáfora de hablar sobre el efecto mariposa del lenguaje, es decir, de las consecuencias de lo que decimos. Y lo extendería también a la conducta, a lo que hacemos y no hacemos y a lo que elegimos, porque en realidad todo acto tiene su consecuencia. Por más que sea un acto pequeño como el aleteo de la mariposa, puede cambiar toda una vida y las generaciones siguientes. Por ejemplo, perder la vista un segundo de la carretera te puede matar, tomarse una cerveza más en un bar puede hacer que te enamores, etc…


Los psicoanalistas sabemos de la implicancia que tiene el lenguaje para las personas, y como forma el sistema cultural que enmarca al ser humano social, yo ya lo he comentado aquí. Estamos acostumbrados a ver en la clínica y fuera de ella cómo una persona lleva inscripto un discurso que le fue tatuado en la psique (en el cuerpo, puesto que la psique toma el cuerpo). Y ese discurso en algunos casos es determinante para la persona, por ejemplo al que le dijeron/inculcaron que no servía para nada y él, haciendo honor a lo que le dijeron (y a quien se lo dijo) no hace nada en su vida, o se droga, o vive de los padres o de quien pueda, etc. En cada paso que da nos lo está diciendo simbólicamente: “yo no hago nada porque no valgo nada”. Lo vemos también en la persona que le dijeron “Nadie te va a querer como mamá”, y elige todas parejas con las que sabe casi de antemano que no va a funcionar y así retorna una y otra vez con mamá. Recuerdo un caso de una chica que proyectaba mucho rechazo en la gente, descuidaba su higiene hasta el punto de que mareaba a los que tenía a su alrededor, como si de un efecto mofeta se tratase, su aspecto era desagradable, su vestimenta, su pelo, todo, incluso su dentista le había dicho que tenía la boca tan descuidada como alguien del tercer mundo. Para colmo trabajaba en un hotel de cara al público y ocupaba un puesto de mando intermedio, se portaba mal con los empleados y con los clientes con un actuar muy sintomático generando el rechazo de todos. Lo que hay que preguntarse en este caso como con todos los pacientes es: “¿Cuál es el beneficio/ganancia para ella de eso que hace? En este caso, como se pudo interpretar de su discurso, es que mamá era la única que no la rechazaba. Con todo su actuar estaba diciendo sin decirlo: “A mí sólo me quiere mi mamá, soy sólo de ella, y retorno a ella siempre que puedo”.


Estos discursos que llevamos inscriptos empujan desde el inconsciente, que funciona de una manera atemporal, es decir, lo infantil empuja como si fuera actual y ese “yo soy de mamá” se cuela desde el inconsciente al consciente sin que el sujeto se dé cuenta. Es en el dispositivo analítico donde lo inconsciente se hace consciente de forma que la persona conozca parte de ese saber no sabido y con las cartas sobre la mesa pueda decidir cambiar… o no.


Todo esto viene a hablar de las implicancias del lenguaje. Y es que nuestro actuar es una metáfora de lo que somos (de lo que llevamos inscripto). Lo mismo a nivel cultural. Y todo esto me hizo pensar en el machismo a raíz de los recientes crímenes en España de las chicas de Cuenca, Laura y Marina, a manos del exnovio de una de ellas. Los analistas siempre prestamos atención a la repetición, y es de todos sabido que estos crímenes se repiten casi de forma constante en nuestro país y fuera de él. Parece que de alguna forma es cultural, por lo menos en una sociedad patriarcal. Y como he comentado otras veces, el vehículo entre cultura y sujeto sería el lenguaje (hablaje). Con lo que a través del lenguaje se estaría produciendo una habilitación del machismo a nivel cultural. Es decir, del mismo modo que años antes, se podía oír: “fumar te ayuda a relacionarte con la gente, fumar te hace interesante”, provocando así que la gente fume, que los adolescentes fumen para hacerse los mayores, los adultos para parecer elegantes… y todos lo usasen para ligar; y que incluso los que no fumaban se relacionaran con los que sí lo hacían para socializar con ellos (se veía claramente en las universidades); cuando se empezó a prohibir y a extenderse el eslogan contrario provocó el efecto contrario: que fumar esté peor visto, “pasado de moda”, que fume menos gente y que sorprendentemente, aquellos no fumadores que aspiraban pasivamente el humo ajeno sólo para sentirse un poquito más queridos (socializar), ahora increpan y lanzan miradas de indignación a quien se enciende un cigarrillo cerca, sin reparar en que el tubo de escape que tienen al lado emite otro veneno de peores efectos.


         

Si aplico el mecanismo anterior a los chistes machistas (y desde Freud sabemos que en el chiste se escapa lo inconsciente), podríamos pensar en que si las “odas” al tabaco provocan que la gente fume, estos chistes provocarán actos machistas. De hecho el chiste vendría a ser en sí mismo un acto machista. ¿Y si a través de algo similar al efecto mariposa, decir: “mujer tenía que ser”, “anda a limpiar mujer”, estaría provocando que en otro escenario un exnovio esté matando a su exnovia y a una amiga de ella?


¿Pero por qué un inocente chiste (aparentemente) vendría a provocar algo tan desproporcionado? La respuesta nos la viene a dar de nuevo el efecto mariposa. El chiste sería el aleteo de la mariposa, que insertaría la habilitación en la cultura de la dominación del hombre sobre la mujer. Es que si no fuera así, el chiste no tendría gracia… ¿o acaso alguien se reiría de la inversa del chiste? “hombre tenías que ser”. El chiste viene a traer algo que ya está. Los monólogos, por poner un ejemplo,  son graciosos porque hablan de lo cotidiano, de lo que está. Hacen una caricatura de algo que viene dado de antemano, y si lo pensamos en lo que venimos hablando en este escrito, habilitan algo, algo que, mediante el humor, se puede decir. Por eso se puede hablar de lo que en otros ámbitos no, como cosas sexuales, escatológicas, críticas a los políticos, la muerte, etc… ¡Y además se puede decir en los medios, y los mismos políticos se ríen! Entonces el chiste habilita.


Diría más, diría que, puesto que habitamos el lenguaje, que es previo al sujeto, es decir, nos hablan antes de que seamos seres hablantes, ese chiste está de antes. Si hago el chiste, es porque ya está en la cultura. Quizá el chiste aparece porque ya está habilitado de antes.
 
       Pero aún no se contestó la pregunta sobre el efecto de ese aleteo que sería el chiste. Y ahí es donde entra el fantasma de cada uno, que es lo mismo que decir que cada uno va a responder a esa habilitación según cómo sea uno. Lo que da la habilitación del chiste es una apertura de salida a la pulsión sádica de cada uno (de muerte), pulsión, inherente al humano (la que usa para defenderse, para comer, para transformar, construir…), pero que cada uno sublima como puede según las salidas que le permita la cultura y que encajen en su escena fantasmática (en lo que uno es, en lo que repite), y en este caso lo que le encajaba “presuntamente” a Sergio Morate (presunto asesino de Laura y Marina) fue matar. Del mismo modo que cuando el jefe dice algo, sus empleados lo oyen amplificado por la posición que ocupa, el chiste estaría elevando la esencia machista cultural hasta el acto demostrativo que le da la razón.

          
         

Este escrito no pretende ser una verdad, sino un hilo de pensamiento, otro aleteo que sueña con convertirse en algo que haga resonar otra cosa en quien lo lea. Que no cierra nada, sino que abre cuestiones, por ejemplo: ¿Y si no se hace el chiste, seguiría produciéndose el acto machista? Y es que por más que el chiste no se “hable”, el discurso es previo al sujeto, diría que se está diciendo de otra manera.


Pero si el lenguaje es previo, ¿sirve de algo el hablar de esto? O ¿hablo porque está dado de antemano? Eso ya lo dejo en manos del lector, y para que sea tratado en otro escrito, básicamente porque no tengo la respuesta. Pero si me hace pensar que hay un vínculo entre un chiste machista y un maltrato, de la misma manera que no puedo evitar relacionar un acto que ven miles de espectadores futboleros cuando por ejemplo Piqué (como ocurrió hace poco) insulta al árbitro en un partido de primera división y después en un campo de regional al árbitro le dan una paliza. Desde el efecto mariposa Piqué, y los que ven su acción y no la reprochan estarían dinamitando la paliza al árbitro de regional.
         
       El objetivo era tratar las implicancias del lenguaje, y para seguir reflexionando sobre ello dejo una frase del divulgador de filosofía argentino José Pablo Feinmann de su programa Filosofía aquí y ahora (min 1:27:00) “Cuando René Descartes dice Pienso luego existo, le está cortando la cabeza a Luis XVI”.



Luis Martínez de Prado.
Psicólogo – Psicoanalista.

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