Quiero empezar mi psicoanálisis

domingo, 15 de octubre de 2017

No poder asumir la pérdida

               

                
                  Todos sabemos lo que es perder cosas importantes en la vida. De hecho los humanos partimos de la pérdida. Venimos a una cultura donde ya de por sí estamos en falta, tenemos que adaptarnos a los deseos de los otros, no gozamos de la satisfacción total que querríamos. Aún así, sea cruel o no, la vida nos da en la primera infancia la sensación de que sí lo tenemos todo cuando somos uno con la madre, como si de un modo simbiótico se tratase, se convierte en un todo de satisfacción, una fuente de placer casi absoluto en un punto de nuestra línea de tiempo donde justamente no hay tiempo, donde no hay razón para no creer que será eterno. Poco dura esta eternidad porque el nombre del padre hará de corte de esta simbiosis en la que el sujeto quedará marcado por eso que los analistas llamamos "la falta". 

                  Esa fantasía de que todo se tuvo se rompe pero el sujeto se queda enganchado de por vida tratando de llenar ese agujero que no se puede llenar porque es estructural.


                  Esto no quiere decir que no podamos ser felices, estar bien, etc.. -sí que es verdad que el problema es que la felicidad se vende hoy en día, como muchas otras cosas como una completud, negando la falta y eso es justamente lo que enferma a las personas- pero ese tema es para otro escrito. La felicidad, en realidad pasa por aceptar la falta, asumir esa pérdida de lo que en realidad no fue (porque esa satisfacción completa fue una fantasía no real sólo que hasta que no aparece el nombre del padre no se siente la falta), para así poder construir a partir de saberse incompletos. Se trata de bordear la falta y no de taparla, que no se puede y es al intentar taparla y negarla es cuando vienen las adicciones y demás, porque como no se puede llenar, los objetos que se usen para llenarla nunca serán sufiecientes y aumentarán la frutración e insatisfacción.

                   Lo edípico remite a la pérdida primordial pero como decía al principio la vida nos irá marcando las diferentes pérdidas, nos marcará real y simbólicamente la muerte, ya sea de las personas, la propia, de relaciones, de objetos, etc.

                   Como decía, la clave está en aceptar y asumir esas pérdidas y el que las asume construye una vida donde tiene en cuenta eso, que las cosas se pierden, que la completud no existe. Paradójicamente, no asumirlo es justo lo que puede hacer a la gente perderlo todo, hasta lo que más quiere. Para que se entienda, echamos gasolina al coche porque sabemos que si no la echamos nos quedamos tirados, puede ser en carretera e incluso tener un accidente a consecuencia de ello que involucre también a más personas. No queremos que eso ocurra con lo cual llenamos el tanque de gasolina. Pero si negamos que el coche se va a quedar sin gasolina, si negamos la realidad, esto va a pasar.

                    Una cosa es construir sobre la falta y otra es construir para que no haya falta, lo que de entrada es un fracaso seguro y además condiciona totalmente la vida. Así, hay quien niega que si se gasta todo el dinero se quedará sin nada y apura, se hace el loco hasta que la realidad le cae en la cabeza. Justamente hacerse el loco... la locura es la que estructuralmente no acepta la falta y vuelve al estadio infantil. O se hace un desastre en el trabajo pensando que no le van a echar nunca, pero los jefes no son papá y mamá y le acaban echando. Por supuesto que sus quejas serán después contra el mundo cruel, contra los jefes, contra el Otro, pero no contra ellos mismos exigiéndole a los demás lo que no están dispuestos a exigirse a ellos.

                    En el amor se ve muy fácil. Cuando sufrimos un corte nos empuja directamente hacia esa incompletud y sufrimos ese desgarro. Ante eso, las reacciones de las personas son innumerables, hay quien sólo piensa a través de la persona amada tratando de interpretar su deseo y convirtiéndose en eso que esa persona querría, así vemos a algunos dedicarse de repente a aficiones que considerarían les harían más atractivas al objeto de amor pero no se dan cuenta que pierden su autenticidad y seguramente sea peor el remedio que la enfermedad, otras parece que piensan "hemos cortado porque no soy completo, voy a hacer algo para ser completo y así nadie podrá dejarme"; esta es parecida a la anterior y parte de un imposible, como explicaba al principio, justamente la fantasía de completud es la que enferma a los sujetos. El obsesivo hace rituales para que la persona amada vuelva, el psicótico la alucina como si nunca se hubiera ido. Es que las formas de negación son miles.

                      Pero volvamos al ejemplo del coche y la gasolina en el amor. Construir una relación en base a la "no pérdida" justamente lleva a la pérdida. primero que esa no pérdida no es real. Segundo ¿Cómo se va a cuidar una relación donde el otro no se puede perder? ¿Cómo se va a desear? Se desea lo que no se tiene. Puede que la fantasía del amor incondicional encaje con la otra persona, es decir, que como mamá en la infancia, permita que esa fantasía de completud se pueda pensar como real. Pero así nos encontramos con la falta de deseo, de relaciones sexuales, con la falta... de nuevo y con la pérdida. Es obvio que lo que queremos no queremos perderlo y evidentemente intentaremos no perderlo, tampoco se puede caer en ese ideal falso de libertad y de no necesidad que se vende en ocasiones como si pudiéramos ser imperturbables. Pero el punto está en partir de que eso se puede perder, así uno construye su vida en función de que el amor se puede acabar, la relación se puede romper. Si la construye en función de: "No se puede romper", "No la/le puedo perder", la relación estará totalmente condicionada. Y lo demás también, por eso se cerrará y no hará nada más, dejará a las amistades de lado, etc.

                      Resumiendo, en los cortes vemos dos tipos globales de actitudes, por un lado, los que asumen la pérdida, sufren, porque se sufre y avanzan a partir de su deseo, se rehacen y viven en la realidad. Por otro, quienes desafían a la falta diciendo: ¡No me volverá a pasar! y se quedan enganchados, generalmente sufriendo mucho más, negando, culpándose, que es parte también de lo mismo, además de muy narcisista, porque si todo depende de uno, si es porque hice esto o esto otro mal que la relación se rompió, significa (en su cabeza), que si hago algo diferente todo saldrá como quiero, De esta forma no se asume la imposibilidad de lo que simplemente no funcionó. Así de simple, por más que duela y por más vueltas que se le den.

                       Se trata del principio de realidad, porque es asumir la realidad lo que hace que uno decida llenar el coche de gasolina, es lo que puede dar una felicidad diferente a los sujetos. A la realidad no le importa que uno no la quiera asumir, se hará presente igualmente. No es cruel, lo cruel es quedarse indefenso y reclamarle como un niño que sea diferente. El adulto la acepta y se mueve en consecuencia.

                       De eso se trata un análisis, entre otras cosas, de que el sujeto pueda aceptar la falta y liberarse de buscar una completud que no existe para poder llevar una vida a partir de su deseo con la posibilidad de rehacerse después de los fracasos a nuevos horizontes y por lo menos sufrir sólo cuando sea necesario, no por no poder sostener un imposible. Eso, pienso que es la salud.

Sobre esto ver también: La castración. No querer renunciar a la completud.


Luis Martínez de Prado
Psicólogo / psicoanalista /Formador.

Consulta: (34) 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com / Skype: psicodinamika / www.psicodinamika.blogspot.com

Quiero empezar mi psicoanálisis: www.psicodinamika1.blogspot.com






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