Quiero empezar mi psicoanálisis

domingo, 22 de octubre de 2017

La histeria I: La mirada que me permite mirar hacia atrás



               
               Cuando explicamos la histeria casi siempre empezamos diciendo que es una estructura dentro de la neurosis (la que tiene principalmente la mujer) en la que se sintomatiza a través del cuerpo, la psique toma el soma y por ahí se expresa. Ojo, las otras estructuras también pueden tener síntomas histéricos, pero digamos que no prevalecen estructuralmente. Así, lo no dicho se posa en el cuerpo, si no quiero hablar en público mañana quizá me de un problema de garganta, si no quiero hacer el examen o sentirme evaluado me pondré mal del estómago, si no quiero ser deseado sudaré demasiado o me dará un brote de psoriasis entre otros muchos ejemplos.

                Pero sobre el cuerpo no sólo se posan los síntomas, también las miradas y eso refiere a la histeria también, por ejemplo a la seducción histérica donde se muestra el cuerpo, se seduce pero sólo por el mero hecho de seducir, es decir, se goza de las miradas que se posan en el cuerpo. En la era tecnológica actual esto se ve amplificado en las RRSS, facebook, instagram, twitter, etc, donde lotes de fotos de forma más o menos sugerentes se lanzan al mundo en busca de "likes", esto se ve en mujeres y hombres por lo que la histeria masculina obviamente está presente.

                Toda neurosis y todo síntoma nos remiten a lo infantil, ¿entonces qué se pretende con estas miradas ajenas que se tratan de dirigir al propio cuerpo? Que nos miren como cuando eramos niños y nos devuelvan a ese narcisismo primario, esa mirada deseante que nos quiere sólo por existir. El problema que la adultez ya no consiste en eso, podemos conseguir que nos miren sí, pero más allá de eso, el que el otro nos valore hay que ganárselo haciéndose valer. Y eso se hace hacia adelante, no pidiendo de alguna manera al otro lo que nos daban siendo niños. Esta sería la diferencia entre la infancia y la adultez.

                En este afán de recolectar miradas se vuelve a la mirada paterna, a la mirada más deseada, pero a la que nunca se puede volver. Así se configura esto como una adicción porque las miradas no sirven para recuperar lo que en realidad no se tuvo, sólo se fantaseó. De esta manera infantil, las miradas nunca serán suficientes.

                El otro aspecto infantil, o el mismo según se mire es que el enganche a este tipo de miradas hace en el sujeto como un estancamiento preedípico, que no puede construir el vínculo real más allá de la mirada, es un "se mira pero no se toca", es un deseo que no desea al otro sino su mirada, o sea es un deseo que por esa forma de ser mirada no puede desear hacia adelante sino hacia atrás. Es como si pidiera el imposible de: "Mírame como me miraba papá", pero por muchas miradas que coleccione ninguna será como la paterna, lo que le sirve para justificar quedarse en posición infantil frente al padre gozando de la única mirada que sí le sirve: "¿Ves? papá es el único que me quiere". Es decir, recoge las miradas que le permiten a ella quedarse mirando hacia atrás.

                Esto se traduce en parejas y proyectos imposibles y en no poder madurar, en quedarse enganchado, sino se hace algo, de la intensidad de lo infantil pero sufriendo cada vez que la realidad muestre su inherente imposibilidad.



Luís Martínez de Prado.
Psicólogo / Psicoanalista / Formador.

Consulta: (34) 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com / Skype: psicodinamika www.psicodinamika.blogspot.com

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