Quiero empezar mi psicoanálisis

jueves, 6 de julio de 2017

Gozando de la queja



McEnroe reclama al juez Ted James en la primera ronda de Wimbledon de 1981. Fuente: El Mundo.
                  
           Seguro que todos conocemos personas que constantemente se quejan de todo. Son infinitamente más rápidos en señalar lo malo que lo bueno y vagan como detectives intentando criticar aquello que no está bien.

           Cuando algo es desproporcionado a uno le hace sospechar y como psicoanalistas sabemos de un concepto que es el goce inconsciente, que algo, por más que conscientemente no nos haga bien, por dentro, algo se satisface en el inconsciente, así se entienden adicciones a las drogas, al maltrato, a escenas donde no estamos bien, etc...

          Al ver a estos adictos a la queja uno se pregunta: "¿Y si no tuviese de qué quejarse? Se angustiaría". Esa es la sensación que da, que el goce de la queja es tan fuerte que la persona a lo que no puede renunciar es a la queja en sí. La propia pulsión a la queja crea objetos y situaciones donde el sujeto tiene la necesidad de reclamar algo una y otra vez, es decir, crea lo mismo de lo que se queja y vive insatisfecho reclamando una y otra vez esa insatisfacción.

          Se apoyará por supuesto en elementos de la realidad, o sea que son reales, para quejarse y a ojos superficiales estará justificado. Reclamará contra el gobierno, contra el presidente, contra los jefes, contra la publicidad, contra el capitalismo, contra los compañeros, contra, contra.... contra el Otro. Exacto, nunca se reclamará nada a él mismo, los objetos de la queja funcionarán como los objetos fóbicos, como un enlace falso para proteger otro objeto, él mismo, preservando así su narcisismo y su infantilidad. Es que son los niños los que se quejan y los adultos los que hacen algo porque saben que ya no son niños y no por llorar vendrán papá y mamá a arreglar lo que funciona mal.

          Quejarse en este caso es una forma de no hacerse cargo, se quejará de la economía pero no aprovechará una oportunidad que se le de, se quejará de que no hay trabajo pero no buscará un futuro mejor, no moverá un dedo en alcanzar eso que tanto reclama al otro, eso que le haría bien. Seguramente conseguirá que los otros le avalen la queja porque usará cosas que realmente estén mal, pero a ojos más suspicaces se notará que tanto pone el foco en lo malo que también la energía se irá hacia ese objeto y no a ninguna manera de estar mejor. Está mirando a lo que le satisface como cuando uno no puede quitar los ojos de la persona amada, porque la ama, porque ese mirar le produce satisfacción. En el momento en que no encuentre en la realidad de qué quejarse lo buscará en la fantasía, que la verdadera líder desde el principio gozando de liberarse de no hacerse cargo de lo que le pasa y tratando de cumplir la fantasía infanto-perversa de que le cambien el pañal sucio toda la vida.

          Una de las cosas que se ven en consulta es como se cambia el foco de los otros a uno mismo, no por nada activa tantas resistencias. Y es que se desenmascara que detrás de los objetos está la queja que uno no puede hacerse a uno protegiéndose de la propia furia del superyó y desplazándolo fuera. No entienden aún que no han hecho crimen para merecer autodestruirse ni hace falta tanto teatro para disimularlo.


Luís Martínez de Prado.
Psicólogo / Psicoanalista / Formador.


Consulta: (34) 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com / Skype: psicodinamika

www.psicodinamika.blogspot.com

          

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