Quiero empezar mi psicoanálisis

miércoles, 15 de febrero de 2017

Reconstruirse palabra a palabra

        
        
          Dicen los lingüistas que lo que no se dice no existe. Los psicoanalistas y los lingüistas estamos muy vinculados porque como sabemos el inconsciente está estructurado como un lenguaje, por eso hablamos de metonimia (desplazamiento) y metáfora (condensación) en los sueños, en los síntomas y en la vida cotidiana, porque en definitiva, somos un discurso.
          
          Yo matizaría eso de "lo que no se dice no existe", por: "lo que no se dice no se puede significar", en definitiva, de lo que uno no puede decirse no puede tampoco hacerse cargo.
          
          El psicoanálisis es la cura de la palabra, pero hay quien pensará que otras corrientes tratan al paciente hablando también. La particularidad del psicoanálisis radica en que la palabra que cura es la propia. Por eso la premisa es la que ya Freud inventó: "hable, le escucho". Porque el saber de lo que a uno le pasa lo tiene el paciente, no el terapeuta ni los libros, ni las estadísticas, lo único que se puede generalizar de los sujetos es que somos subjetivos y por tanto, en este ámbito al menos, no generalizables. 
          
          Y si es la palabra propia la que "cura", o para no hablar de cura, la que permite estar mejor sería la palabra del Otro la que enferma, pero gracias al deseo del Otro, que nos desea, nos fantasea, nos concibe, nos quiere, etc, existimos. El problema entonces es la alienación al Otro (a los otros) y el vacío de uno mismo, habitual en la sociedad actual. La insatisfacción entonces se inscribe en el cuerpo, en las ideas y se expresa en síntomas corporales, en ideas obsesivas, adicciones, paranoias, etc... porque el deseo se abre paso o hacia adelante o en forma de síntomas tratando de compensar. 

          Compensa con lo que no es, porque lo que sí es está reprimido, en un intento de olvidar y de hacer honor a la frase con la que empezábamos el escrito. El problema es que el ser humano no puede olvidar, sólo reprimir y lo que reprime es la idea, el pensamiento, el trauma, eso que no puede tramitar, pero el afecto que conlleva esa representación no lo puede reprimir, y se conecta vía enlace falso con otra cosa: con una fobia social, con una obsesión por la limpieza, con una parte del cuerpo contracturándola, con ansiedad, con fatiga, con adicciones, con quedarse enganchado al móvil o con el consumismo extremo. Todo esto porque el sujeto no puede decirse lo que le pasa.

          Por eso en un análisis se la da ese espacio al sujeto y se le guía en ese atravesamiento de él mismo, para que pueda despojarse de lo que no es (síntomas) y haga consciente lo inconsciente. Para que se vista de sus palabras y del deseo propio pudiendo por fin satisfacerse de lo que sí es, recuperando su esencia y poniéndose en el foco como protagonista de su vida.

Luís Martínez de Prado.
Psicólogo / Psicoanalista / Formador.

(34) 686 77 41 39 / Skype: psicodinamika / psicodinamika@gmail.com Psicodinamika.blogspot.com

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