Quiero empezar mi psicoanálisis

lunes, 28 de julio de 2014

Hipnosis y psicoanálisis: recorrido de Freud




En aquellos tiempos (finales del s. XIX), la hipnosis ya se podía ver en espectáculos como ahora. Pero unos pocos  y audaces médicos, asegurándose la crítica y el rechazo de parte de la comunidad médica y científica se atrevieron a usarla en sus consultas. Como nos cuenta James Strachey en su introducción a los trabajos sobre hipnosis de Freud (AE.I-pág.70)*, éste se convenció de que la hipnosis era real siendo aún un estudiante de medicina en un espectáculo llevado a cabo por Hansen “el magnetista”, tomó también conocimiento de la misma a través del que sería su futuro colaborador Josef Breuer (1.842-1.925), profesor suyo y con el que después elaboraría en 1.895 los Estudios sobre la histeria (AE.2), quien utilizaba la hipnosis con algunos de sus pacientes.

Freud siempre destacó como investigador por preguntarse más allá de lo evidente, más allá de los métodos tradicionales y más allá de su época, y a pesar del rechazo de la hipnosis por parte de algunos de los pesos pesados de la medicina de entonces como el profesor Meynert (1.833-1.892), prestigioso psiquiatra y neurólogo con el que Freud colaboró, partió a Paris con una beca concedida por la universidad para aprender en la Salpetriere de la mano de Charcot (1.825-1.893), que era un pionero en el uso de la hipnosis y la sugestión en la clínica, así como en la investigación y tratamiento de una enfermedad tan enigmática como abandonada como lo era la histeria. Hipnosis, sugestión e histeria fueron de la mano durante un buen trecho y se articularon con lo que luego fue el psicoanálisis. A través de la histeria se descubrieron procesos, representaciones y síntomas que parecían estar fuera del alcance de la conciencia. En la Salpetriere estudiaron esta enfermedad y la hipnosis de forma científica y a niveles físico, psíquico, neuronal y fisiológico, procedieron a inducir a los enfermos a estados hipnoides y descubrieron que determinadas afecciones físicas como parálisis y dolores se anulaban mediante sugestiones en estos estados (algunos efectos de las sugestiones solo se mantenían en la hipnosis y otros se permanecían después). Estos métodos de trabajo eran mostrados por Charcot con demostraciones en público ante la atenta mirada de sus alumnos, entre los que estaba Freud, exponiendo dudas propias, respondiendo preguntas y construyendo un saber común entre todos. Freud nos cuenta como Charcot divagaba en alto para que todos pudieran entender sus razonamientos, una humildad pedagógica que fascinó le fascinó, y durante su estancia en París dio prioridad a las clases de Charcot y a sus reuniones, algunas en su propia casa. Es aquí probablemente donde Freud empezó a alejarse de la neurología para acercarse a los procesos psíquicos.

Tras 6 meses volvió a Viena y se cree que estuvo aplicando la hipnosis en clínica durante aproximadamente 10 años (1.886-1.896). En sus trabajos sobre hipnosis tuvo que defenderse de muchas críticas que le venían desde la comunidad científica. Muchas de estas provenían del escepticismo de la época y de personas que poco o nada habían practicado la hipnosis. Se la acusaba de que podía ser perjudicial y que podía llegar a producir una psicosis experimental, incluso llegaron a calificar la hipnosis como histeria artificial o delirio artificial. Freud desmintió esto argumentando que la hipnosis era inocua comparándola con el dormir, ya que eran estados muy similares, por lo que no entrañaba ningún peligro. Desde su perspectiva también el dormir era un estado psicótico, refiriéndose a la evasión de la realidad que se produce, accediendo al mundo simbólico de los sueños, donde el inconsciente toma el control durante unas horas. Freud destacó en su Reseña de August Forel en 1.889 (AE.I-pág.101) que cualquiera de las críticas que se le hacía a la hipnosis se le podía hacer a cualquier tratamiento donde se produjese abuso o fallase la pericia del médico, como podía ser recetando una dosis de medicamento inadecuada, no pudiéndose decir por eso que el medicamento era dañino. Aprovechó en este escrito para indicar que los médicos que quisieran aplicar la hipnosis tendrían que formarse en este arte como en cualquier otro para poder dominarlo.

Otra crítica que se hacía contra la hipnosis era que los pacientes podían llegar a volverse en exceso sugestionables y caer rápidamente en estado hipnoide ante cualquiera quedando a su merced. Freud nos muestra que la sugestión está continuamente presente en el tratamiento médico, cuando el médico receta un receta o practica un tratamiento a su paciente, éste ya está siendo sugestionado por la palabra del médico, y por la atmósfera sugestiva que le rodea, cuando el médico dice: -“Tomándose esto se va a curar”-, evidentemente tiene más peso que si lo dice el camarero del bar donde toma café (aunque siempre dependerá de lo que la persona represente para el sujeto). Esta atmósfera sugestiva es lo que Jacques Lacan (1.901-1.981) después llamará “semblante”, ante el cual el paciente atribuye al médico un saber por la posición que ocupa. No solo el médico sugestiona, también el profesor a sus alumnos, el cura a sus creyentes, el ídolo a sus fans y sobretodo nos sugestionan nuestros padres o figuras primordiales. Los padres nos enseñan la realidad y de hecho durante un tiempo no conocemos otra cosa que el mundo a través de ellos. Nos transmiten miedos, normas, nos enseñan cómo sobrevivir y manejarnos a través del aprendizaje. Dependemos de este aprendizaje, sabemos que no tenemos que meter los dedos en un enchufe porque lo hemos aprendido, sabemos que no podemos cruzar con el semáforo en rojo porque nos lo han enseñado, y un largo etc.., por eso a mi personalmente me sorprende que hoy en día muchas personas duden de la autenticidad de los procesos sugestivos cuando los seres humanos estamos programados para ser sugestionados. Cualquiera que encienda la televisión o la radio puede comprobar cómo las empresas tratan continuamente de vendernos sus productos a través de la sugestión, utilizando el semblante de médicos que nos recomiendan un remedio que según ellos es el mejor para determinado problema, dentistas que anuncian una gama de productos de la marca que se supone que ellos utilizan, deportistas que nos recomiendan las prendas deportivas de la marca que les patrocina, buscando que nos identifiquemos con nuestros ídolos y por ende nos vistamos igual, o a que a través de condicionamiento hagan que asociemos el uso de un determinado producto al éxito, la felicidad, la salud, etc (el uso de un perfume que atraerá a todas las mujeres). Como vemos la sugestión está a la orden del día en el mercado publicitario, pero también opera a través de la religión, la política, la moda, etc.

Ante la otra crítica que comentaba, la de que la persona podía llegar a caer en estados hipnóticos con extrema facilidad y provocados por cualquiera, Freud ofrece la fácil solución de que el médico sugestione al paciente para que sólo ante dicho médico pueda ser hipnotizado.

Freud sentía ciertas limitaciones en su manejo de la hipnosis, lo que le llevó a acudir a perfeccionar su técnica a la escuela de Nancy con Berheim (1.840-1.919), que también había sido alumno de Charcot y con su maestro Liébault (1823-1904), pionero en la aplicación clínica de la hipnosis.

Las dos escuelas mencionadas, Salpetriere y Nancy ejercieron una fuerte influencia en Freud, quien tradujo trabajos al alemán de ambas, pero entre ellas comenzaron a surgir diferencias teóricas notables y sobretodo una en particular que las opositaba y que posicionaba la hipnosis y la sugestión en lugares conceptuales diferentes. Mientras que Charcot sostenía que la sugestión era una forma moderada de hipnosis, Berheim creía irrisoria esta hipótesis y afirmaba que la hipnosis era un producto de la sugestión. Freud no estaba al 100% de acuerdo con ninguno de los dos pero se acercaba más a la opinión de Berheim. Quizá la postura de Berheim la podamos entender mejor si pensamos en las autosugestiones, que él mismo trabajó. Pensemos en como la persona que quiere conseguir un determinado estado de concentración para realizar una actividad, cierra puertas y ventanas para aislarse del ruido y de las distracciones, enfoca la luz hacia el libro o actividad en cuestión para focalizar su atención también en ella, se mentaliza de que otros asuntos no le asalten la mente para poder implicarse al máximo en la tarea, es decir, por medio de autosugestiones está intentando entrar en un estado de concentración. Mejor se ve en lo que solemos hacer todos cuando nos vamos a dormir, que en algunos casos es casi un ritual: nos vamos relajando, apagamos luces poco a poco, poniéndonos cómodos vamos creando un clima adecuado y vamos retirando la libido del mundo que nos rodea para redirigirlo hacia nosotros mismos, o lo que es lo mismo, nos vamos sugestionando para dormir. El proceso con el hipnotizador sería similar, éste le va diciendo al paciente que se relaje, que respire hondo y pausadamente, que se imagine una escena particular, que deje la mente en blanco, y demás sugestiones para inducir a la persona a un estado hipnoide. Desde esta óptica pareciera que como decía Berheim la sugestión ha provocado después el estado de hipnosis. Pero puede que este proceso no se de siempre de la misma manera, pensemos en los casos en los que se cae en estados hipnoides involuntariamente sin que se le haya ordenado o a través de drogas, parece que la hipnosis ahí se ha producido antes de cualquier proceso sugestivo y ha dado el terreno apto para la sugestión posterior, lo que se acercaría más a la hipótesis de Charcot.

Mientras se producía esta disputa entre las dos escuelas principales Freud parecía más interesado en seguir mejorando sus métodos y profundizando en la hipnosis como tratamiento, y es aquí donde vuelve a entrar en escena Breuer, que estaba desarrollando el método catártico, a través del cual se buscaba en la historia del sujeto el trauma que había quedado bloqueado, tornándose nocivo para la persona y predisponiéndolo para la neurosis. Trayendo los recuerdos traumáticos a la conciencia y tramitándolos se trataba de producir la abreacción, que consistía en revivir el contenido bloqueado junto con el afecto que provocaba para poder tramitarlo y superarlo. Dicho contenido podía estar muy oculto, por lo que Freud y Breuer trataban de acceder a ellos por medio de la hipnosis, incluso utilizando regresiones hipnóticas. Una nueva crítica se realiza contra este procedimiento, cuestionando la autenticidad de estos recuerdos. No en todos los casos se puede comprobar la autenticidad de los mismos, pero Freud sostiene que aunque no fueran correctos, si aparecían en ese momento ante el reclamo del médico era por algo, y no dejaban de ser importantes y necesaria su escucha y su trabajo.

Desde los comienzos de su etapa con el uso de la hipnosis clínica, y durante todo este periodo Freud se fue encontrando con diversas dudas ante las dificultades y limitaciones de ésta. En conjunto, esas limitaciones fueron las que le empujaron a abandonar la hipnosis, y no fue como reza el viejo tópico de que la abandonó por ser un mal hipnotizador. En sus Cinco conferencias de introducción al psicoanálisis de 1.910 (AE.XI-pág.19) dice: -“La hipnosis pronto empezó a desagradarme como un recurso tornadizo y por así decir místico; y cuando hice la experiencia de que a pesar de todos mis empeños sólo conseguía poner en el estado hipnótico a una fracción de mis enfermos, me resolví a resignar la hipnosis.”-

Freud consiguió muchos éxitos con la hipnosis, pero también se dio cuenta de que no conseguía hipnotizar a muchos pacientes, unas veces por la técnica (de ahí que él mismo se confesase como un mal hipnotizador) y otras porque simplemente había personas a las que no se las podía hipnotizar, otras eran hipnotizables pero difícilmente sugestionables, y en numerosos casos el proceso completo, si es que llegaba a producirse era sólo a través de numerosos intentos, lo que agotaba a médico y a paciente y ponía en juego la confianza en el método y en el profesional. Freud nos cuenta como en muchos casos los síntomas volvían y había que reforzar la sugestión una y otra vez, alargando el proceso de cura, lo que no ofrecía ninguna ventaja frente a otros tratamientos. Se le podría hacer la misma crítica que al conductismo de hoy día, a saber, que ataca a los síntomas y se olvida de los procesos patológicos que operan desde el inconsciente. Pero Freud nos demuestra en sus trabajos escritos que no se llevaba a engaños cuando decía que por más que se quitara un síntoma, si lo que lo provocaba permanecía activo, conllevaría nuevos síntomas. Él mismo se defiende en su trabajo titulado Hipnosis (AE.I-pág.145) en 1.891: -“Es injustificado el reproche de que la hipnosis sólo cura síntomas, y aun a estos, por poco tiempo. Si la terapia hipnótica sólo apuntara contra síntomas, y no contra procesos patológicos, seguiría el mismo camino que se ven precisados a recorrer todas las otras terapias. Si la hipnosis ha tenido éxito, la persistencia de la salud dependerá de los mismos factores que si esta se hubiera obtenido de cualquier otra manera. Si estaban en juego fenómenos residuales de un proceso ya transcurrido, la salud será duradera; si las causas que produjeron los síntomas patológicos persisten con su no disminuida fuerza, la recidiva es probable. En ningún caso la aplicación de la hipnosis excluye la de una terapia diversa...”- Por lo que nos dice aquí Freud se infiere que iba más allá de la simple sintomatología y que indagar en la historia del sujeto en pos de encontrar nexos patológicos con la neurosis que sufría no era sino una meta volante más en el recorrido que después le llevó a inventar el psicoanálisis, abandonando la hipnosis por lo mismo que acudió a ella y por, como comentaba al principio, preguntarse una y otra vez más allá de lo conocido.

Otra dificultad que se encontró fue que los pacientes levantaban muchas resistencias a la hora de curarse, les costaba mucho renunciar a su enfermedad. Observó también que los estados hipnóticos más profundos de obediencia plena que Charcot bautizó como “Grand Hypnotisme” eran muy escasos y que por lo general a los pacientes no se les podía inducir a nada que ellos no querrían hacer. En el prólogo que realizó en 1.888 a la traducción del libro de Berheim De la suggestion (AE.I-pág.86) dice: -“En efecto, la sugestión no puede producir algo diverso de lo que constituye el contenido de la conciencia o ha sido introducido en ella.”-

Todo este cúmulo de problemas hicieron que Freud, casi sobre la marcha empezase a usar la atmósfera sugestiva del consultorio de forma diferente. Renunció a seguir intentando inducir a estados hipnoides a los pacientes a los que no conseguía hacerlo, y comenzó a usar la “técnica de la presión sobre la frente”, encuadrada en un estado de concentración similar al de la hipnosis y dentro de la utilización del método catártico. Con esta técnica Freud intentaba que el paciente sacase a la luz los recuerdos inconscientes para que así se pudiera realizar la abreacción. Él decía algo así como: -“voy a presionar con mi pulgar su frente y acto seguido se le vendrá a la cabeza la información requerida, diga usted lo primero que se le venga a la cabeza”.- Este método sin duda sería precursor de su sustituto, “la asociación libre”, mediante la cual se intenta que la persona, ante la premisa de “le escucho” o “¿Qué se le ocurre con eso?” hable de lo primero que se le pase por la cabeza de manera que el inconsciente haga presencia a través del lenguaje. La diferencia entre la hipnosis y la asociación libre sería que mediante la primera, el hipnotizador trata de sacar algo del inconsciente del hipnotizado, mientras que en la segunda es el paciente el que intenta sacar parte de su inconsciente a relucir.

Tras este recorrido desde la hipnosis hasta la asociación libre vemos que la hipnosis proporcionó varios elementos al método psicoanalítico. Uno de ellos el diván, Freud nos dice en su trabajo titulado Sobre la iniciación del tratamiento 1.913 (AE.XII-pág.135): -“Mantengo el consejo de hacer que el enfermo se acueste sobre el diván mientras uno se sienta detrás, de modo que él no le vea. Esta escenografía tiene un sentido histórico: es el resto del tratamiento hipnótico a partir del cual se desarrolló el psicoanálisis. Pero por varias razones merece ser conservado.”- Y es que cuando el enfermo se acuesta en el diván (no en todos los casos es más adecuado el diván que sentarse cara a cara) ayuda a que se relaje y bajen las resistencias de forma que sea más propicia la asociación libre, y facilite un estado de concentración similar al hipnótico, estando el paciente menos condicionado por la mirada del analista pero no por ello menos soportado por él, guiándole en la sesión como si fuese la escena típica del niño que empieza a pedalear sin ruedines sin miedo porque sabe que si pierde el equilibrio su padre, que corre junto a él, le sujetará.   

En las Conferencias de introducción al psicoanálisis 1.916-17 (AE.XVI-pág.421) dice sobre la hipnosis: -“Tenemos derecho a proclamarnos sus legítimos herederos, y no olvidamos todo el estímulo y todo el esclarecimiento teórico que le debemos.”- Gracias a la hipnosis se pudo comprobar la existencia de un estado diferente a la conciencia normal (deuda compartida con la histeria), con el que se podía trabajar, que tenía una gran capacidad de almacenamiento y que guardaba recuerdos no tramitados conscientemente que empujaban hacia la neurosis. Por eso considero importante que tanto médicos como psicoanalistas se formen en los procesos hipnóticos y sugestivos, cosa que por desgracia se está dejando de hacer, para que puedan asomarse al inconsciente desde diferentes ópticas y comprueben su existencia, ya que hay corrientes que aun hoy no lo reconocen.

A través de la hipnosis Freud también pudo darse cuenta de lo que luego se llamaría goce inconsciente, al comprobar como mencionaba antes, que a los pacientes les costaba mucho renunciar a la enfermedad, o lo que es lo mismo, que algún beneficio les otorgaba este padecimiento. Así como pudo también comprobar la fuerza de las resistencias, contra las que también tendría que luchar después en la terapia psicoanalítica.

Hoy en día, si bien no se usa generalmente la hipnosis en el psicoanálisis clínico (aunque depende de cada profesional), no se ha abandonado totalmente, se usa en ciertos casos puntuales, por ejemplo, como me comentaba un psicoanalista hace poco, que tenía un paciente que presentaba unos dolores de cabeza muy intensos en sesión que no les permitía trabajar. Aplicaba la sugestión hipnótica para eliminar el dolor y proceder con la sesión. Así, la hipnosis puede ser útil en según qué casos, sabiendo cómo y cuándo es efectiva y conociendo los límites de esta antigua técnica, que espero este texto ayude a delimitar.

La terapia congnitiva-conductual utiliza también en ocasiones la hipnosis en diversas técnicas de relajación y aplicando a veces ciertas sugestiones.

En muchos círculos se duda aún de la existencia de estos procesos hipnóticos y sugestivos, pero es muy fácil encontrarlos en la vida cotidiana, Libeault decía que la hipnosis sólo se diferencia del dormir en que la persona permanece despierta y atenta ante la persona que le indujo el sueño. Se me viene a la memoria la típica escena que cualquiera habrá visto repetida de quien se queda dormido con la televisión encendida pero inconscientemente permanece atento a ella, de tal forma que si se apaga se despierta. Podemos pensar también en un concepto tan extendido actualmente como es el “Estado de flujo”, propuesto por Mihály Csikszentmihályi en 1.975. Este estado consiste en una concentración e implicación total de una persona en una tarea en la que está totalmente inmersa, esto es habitual en músicos, artistas, estudiantes, deportistas (estar en la zona), o incluso en actividades cotidianas. Dicho estado se llamó de flujo por ser descrito como una corriente que llevaba a la persona hacia adelante y era absorbido por una actividad. Parece que guarda muchas similitudes con los estados hipnoides de los que venimos hablando. Pensemos también en los estados que se alcanzan a través de la meditación.

Sobre la sugestión, ya se han dado numerosos ejemplos en este escrito, pero voy a concluir con uno más que nos dejó el propio Freud, y que no es otro que el que se da en el amor, así en: Tratamiento psíquico del alma de 1.890 (AE-I-pág.127) sostiene:      -“Una credulidad como la que el hipnotizado presta a su hipnotizador sólo la hallamos en la vida real, fuera de la hipnosis, en el niño hacia sus amados padres; y una actitud semejante de la vida anímica de un individuo hacia otra persona, con un sometimiento parecido tiene un único correspondiente, pero válido en todas sus partes, en muchas relaciones amorosas con entrega plena. La conjunción de estima exclusiva y obediencia crédula pertenece en general, a los rasgos característicos del amor.”-


Luis Martínez de Prado.

Psicólogo / Psicoanalista.
Arte: David Ope
* Amorrortu editores. Nº de tomo. Número de página.

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